Inicio
p
Juan Bautista Plaza

cBiografía
cCronología
cSus familiares
cInfancia/Juventud
cEstudios en Roma
cVida familiar
cVida profesional
cMaestro de capilla
cEl Pedagogo
cConferencias
cPrensa y Radio
cEl musicólogo
cEl compositor
cCatálogo musical

p
Documental

cDocumental

 
 
 
La Fundación
c¿Quienes somos?
cPublicaciones
cNolita de Plaza
cContáctenos

 
Novedades

cPublicaciones
cEventos

p
Enlaces

Historia de la Música

Juan Bautista Plaza

VII

LA POLIFONÍA EN EL SIGLO XVI

La polifonía sagrada en Roma - Palestrina
La polifonía sagrada en Venecia - Los Gabrieli
Orlando di Lassus
La escuela española - Victoria

La polifonía sagrada en Roma

Desde principios del siglo XVI comenzó un espléndido florecimiento del arte musical en Italia. Durante el siglo anterior habían pasado por Italia los más célebres maestros de la escuela franco-flamenca, dejando profundas huellas de su enseñanza. La influencia de estos maestros se advierte en algunos destacados polifonistas de principios de siglo XVI, tales como el florentino Constanzo Festa, cantor de la capilla papal, autor de obras severas escritas en polifonía vocal pura, en cuyo estilo van aunadas la técnica flamenca y la gracia italiana. Otro importante compositor de este período inicial es Giovanni Annimucia, autor de Laudes espirituales y antecesor de Palestrina en la Capilla de San Pedro en Roma.

La escuela romana. Se caracteriza por la severidad de su polifonía vocal pura, la cual toma casi siempre como base el canto gregoriano, y por la honda inspiración religiosa que encierran todas sus producciones. La figura culminante de dicha escuela fue Giovanni Pierluigi Da Palestrina (1525-1594), uno de los genios musicales más grandes que han existido.

Aunque su apellido era Sante, adoptó el nombre de su pueblo natal -Palestrina - ubicado en las cercanías de Roma. Era hijo de padres modestos, y muy pequeño ingresó como niño de coro en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Su principal maestro parece haber sido el polifonista francés Firmin Le Bel, quien seguía la austera tradición de los artistas franco-flamencos. Más tarde ingresó como maestro de capilla en la Catedral de su pueblo natal y luego, protegido por el alto clero romano, pasó a ser sucesivamente maestro de coro en San Pedro de Roma, centro de la Capilla Pontificia, cargo del que fue destituido por haberse casado; maestro de Capilla, sucesivamente en las basílicas romanas de San Juan de Letrán y de Santa María la Mayor y, por último, en la Basílica de San Pedro (en sustitución de Annimuccia), cargo que conservó hasta su muerte. Entre los episodios más importantes de su vida se cuenta el haber tomado parte activa en las reformas sustentadas por el Concilio de Trento (1545-1563) en lo tocante a la música sagrada.

La producción de Palestrina es muy copiosa y se conserva casi toda. Comprende más de 900 composiciones sagradas, entre las que se destacan la Misa Asumpta ets María, la llamada del Papa Marcello y otras de seis y más voces; Improperios, Lamentaciones, un bello Stabat Mater a dos coros, así como numerosos Himnos motetes y demás piezas corales del más puro estilo polifónico. También compuso Palestrina 33 madrigales, parte de ellos espirituales y otros sobre textos profanos.

Características. El estilo de Palestrina deriva del de los franco-flamencos, pero su arte es más depurado, no permitiendo en sus obras los abusos de índole profana ni la confusión de voces que a menudo se observan en la producción de los maestros franco-flamencos. Aun cuando es un maestro que conoce todos los secretos y artificios del contrapunto, lo que siempre predomina en su música es la expresión y la fidelidad en la interpretación de los textos sagrados. Su polifonía vocal pura es el modelo de la música llamada a capella, esto es, sin acompañamiento instrumental. En toda la obra de Palestrina se hallan siempre la perfección de la forma y una gran pureza en la línea melódica. El compositor cuida mucho la transparencia de las voces a fin de que pueda entenderse claramente el texto. Palestrina, genio esencialmente religioso, no fue un innovador, pero sí el representante más alto de la polifonía vocal en Italia. Su obra sigue formando la base del repertorio de todas las grandes capillas musicales de las iglesias católicas.

Los demás compositores de la escuela polifónica romana fueron también muy notables, destacándose particularmente: Giovanni Maria Nanino, Giovanni Annimuccia, Suriano, Maenzio, Marco Antonio Ingegneri, los hermanos Anerio y Gregorio Allegri, autor, este último, de un célebre Miserere.

La polifonía sagrada en Venecia

El fundador de la escuela polifónica veneciana fue el flamenco Adriano Willaert, quien se destacó principalmente como compositor madrigalesco. Su discípulo Andrea Gabrieli y el sobrino de este, Giovanni Gabrieli, son las figuras descollantes de la polifonía sagrada en Venecia durante el siglo XVI.

Andrea Gabrieli (1510-1586), veneciano fue cantor y luego organista de la Catedral de San Marcos. Su obra consta de numerosas composiciones vocales e instrumentales, a doble triple coro, entre las cuales es muy célebre un Magníficat de gran solemnidad. Mucha fama le dieron a ese compositor sus motetes, a los que él denominó Canciones sagradas, de un estilo generalmente grandioso a la vez que muy expresivos. El esplendor y colorido de esta música es comparable al de los pintores venecianos de la época (Ticiano, Tintoretto, Veronese).

Giovanni Gabrieli (1557-1612), nació y murió también en Venecia y fue, como su tío, organista en la Catedral de San Marcos. La obra de Giovanni Gabrieli comprende numerosos madrigales, canciones eclesiásticas, sinfonías sagradas, sonatas para órgano. Con ese compositor se generaliza el empleo de los instrumentos en los conjuntos vocales, lo que le da un gran colorido a sus obras. En sus composiciones sagradas adquiere gran importancia el elemento dramático. Es evidente la influencia del Renacimiento en toda su producción, Giovanni Gabrieli es uno de los compositores que más ha influido en el desarrollo de los géneros musicales durante el siglo XVII. Uno de sus mayores títulos de gloria es el haber sino maestro de Schutz, eminente compositor alemán, antecesor de Bach.

Orlando di Lassus (1532-1594)

Fue el último y el más brillante representante de la polifonía franco-flamenca. Nació en Mons (Bélgica) y a los 12 años realizó un viaje por Italia. Posteriormente pasó dos años en Roma, donde conoció a Palestrina y desempeñó el cargo de Maestro de capilla en la Basílica de San Juan de Letrán. Siguió luego viajando por Inglaterra, Francia y Bérgica, hasta que finalmente se estableció en Baviera como maestro de capilla del Duque Alberto V, en Munich, ciudad donde permaneció hasta su muerte.

Características. Orlando di Lassus fue un músico cosmopolita. Su polifonía es muy rica, de líneas melódicas sencillas y definidas y de un estilo libre, expansión abundante en imágenes. Describe con gran sobriedad las intenciones del texto religioso o profano, usando con atrevimiento el cromatismo en muchas de sus obras. También gusta de emplear los instrumentos en los conjuntos vocales. Los constantes viajes que realizó explican el carácter internacional de la música de este compositor y su facilidad para asimilar los más diversos estilos. Su obra comprende más de 1500 composiciones religiosas (misas, motetes, salmos, etc.) y cerca de 800 piezas profanas (madrigales, canciones en varios idiomas, etc.). La importancia principal de Orlando di Lassus estriba en la manera como logra amplificar las formas musicales de su tiempo, haciéndolas más ricas en expresión y menos escolásticas.

La escuela española

Durante el siglo XVI la polifonía religiosa alcanzó en España un alto grado de perfección artística. Carlos V tuvo a su servicio dos capillas de cantores: la grande o flamenca y la chica o española. La fama de estos conjuntos se divulgó por toda Europa. Desde el siglo XV figuran músicos españoles en las grandes capillas de Roma. A pesar de la influencia del arte flamenco, los polifonistas españoles supieron crear un estilo propio en el que se refleja con rasgos vigorosos el fervor religioso de la España de aquellos tiempos.

Los más altos representantes de la Escuela Española fueron: Cristóbal Morales, Francisco Guerrero y Tomás Luis de Victoria.

Cristóbal Morales (1500-1553), sevillano sacerdote, fue a Roma en 1535 como cantor del coro pontificio, donde permaneció hasta 1546, año en que regresó a su tierra natal hasta 1553, año de su muerte. Como compositor, Morales gozó de la más alta reputación durante su permanencia en Roma. Dejó escritas muchas misas, motetes, lamentaciones, etc., del más puro estilo polifónico, obras todas en las que se advierte la influencia de la severa tradición musical española. Tienen estas obras por lo general un carácter dramático muy acentuado y son de un profundo misticismo al par que muy austeras. Grande fue la influencia que ejerció Morales entre sus contemporáneos. Es él, sin duda, el más eminente representante de la Escuela Andaluza, cuya fama se extendió por toda Europa.

Francisco Guerrero (1527-1599), sacerdote sevillano como Morales, fue maestro de coro en la Catedral de Sevilla y por algún tiempo se radicó en Roma, donde fueron editados varios volúmenes de sus composiciones religiosas. Algunos años antes de su muerte realizó un viaje de peregrinación a Tierra Santa, del que dejó una interesante relación. La obra de este compositor comprende muchas misas, motetes, pasiones y, sobre todo, villancicos. Guerrero ha sido llamado “El Murillo de la música española”, pues gran parte de su obra, como la del famoso pintor, está inspirada en el culto a la Virgen María. El estilo de Guerrero es siempre muy lírico y de una gran ingenuidad. Predomina en su música el candor, la sencillez melódica, sobre todo en sus célebres villancicos y canzonetas religiosas. Alcanzó mucha fama en su tiempo dentro y fuera de su patria.

Tomás Luis de Victoria (1548-1611). El más grande de los compositores religiosos españoles y uno de los genios más puros y auténticos de la música universal, nació en Ávila, la ciudad de Santa Teresa de Jesús, “alrededor de 1548 y fue probablemente corista en la catedral de Ávila hasta su partida para Roma en 1565, con el fin de prepararse para el sacerdocio en el Colegio Germánico de esa ciudad”. En la Ciudad Eterna permaneció Victoria unos 30 años, durante los cuales desempeñó diferentes cargos. Es posible que en los primeros años de su vida romana haya recibido lecciones de Palestrina, quien era a la sazón maestro de música en el Seminario Romano y a quien sucedió Victoria en aquel cargo en 1571. Dos años más tarde, pasó Victoria a ocupar el puesto de maestro de música del Colegio Germánico. En 1578, después de renunciar a dicho cargo, “entró como cura permanente de la iglesia de San Gerónimo de la Caridad, famosa por ser el lugar donde tuvo asiento el oratorio de San Felipe Neri”. También actuó Victoria durante algunos años como organista y maestro de coro en las iglesias españolas de Roma, Santa María de Monserrat y San Giacomo. Hacia 1595 decidió regresar a España, pasando el resto de su vida en Madrid como maestro de coro del convento de las Reales Descalzas. Allí llevó una vida retirada, entregado por completo a la meditación hasta que le sorprendió la muerte el 27 de agosto de 1611.

Junto con Palestrina y Orlando di Lassus, ha de ser considerado Victoria como una de las figuras máximas del Siglo de Oro de la polifonía en Europa. Su obra comprende varias misas admirables, motetes, salmos, etc., así como un Oficio de Difuntos que compuso en sus últimos años y que es una de las obras maestras de la polifonía vocal. No menos notable es su Oficio de Semana Santa, en cuyos Responsorios nos ha dejado Victoria el más hermoso testimonio de su profunda religiosidad.

Características. Victoria compuso únicamente música sagrada. En ella se resumen admirablemente los rasgos esenciales del misticismo español. Como Santa Teresa, su contemporánea, fue un artista que consagró por entero su vida al servicio de Dios. El frecuente empleo del cromatismo sin exageración del lenguaje armónico, tan personal siempre, le comunica a su música cierta gravedad melancólica y un sello inconfundible, tan destacada era su personalidad que en Roma llegaron a reprocharle la influencia que sobre su música ejercía la “sangre mora”, que, según se decía, corría por sus venas. Sus severos principios estéticos están condensados en estas enérgicas palabras suyas: “...erraron muy gravemente y por tanto han de ser censurados sin ninguna compasión, los que a un arte -por otra parte- muy honesto y escogitado para aliviar los pesares y recrear el ánimo con un placer que resulta casi indispensable los convierten a cantar amores torpes y otros indignos asuntos”.

En cuanto a la influencia que ejerció Victoria sobre sus contemporáneos y sucesores, no cabe duda de que fue considerable. Se ha señalado que “en algunos de los últimos motetes de Palestrina hay trazas evidentes de que quiso este compositor emular el estilo, más ardiente y vehemente, de su joven colega español”. Las Pasiones del Oficio de Semana Santa, “por su vigor y detalles realistas, anuncian ya las Pasiones de Bach, a las que a menudo sobrepasan en la intensidad de su mística emoción”. Romain Rolland, al señalar esta tendencia expresiva y dramática de Victoria, asienta que esa música anuncia uno de los principales elementos de la tragedia lírica: “la proyección, en la música, de la vida espiritual interior del hombre”.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
p
Capítulos:
p

h
más detalles

p

e
más detalles

p
   
           

Portal de la Fundación Juan Bautista Plaza
© Copyright 2004-2016, Fundación Juan Bautista Plaza
Concepto y desarrollo: Felipe Sangiorgi

Webmaster: Osvaldo Burgos García