VIII
LA POLIFONÍA PROFANA EN LOS SIGLOS XVI y XVII
Los madrigalistas italianos
La polifonía profana en
Francia
La polifonía profana en
Inglaterra
La polifonía profana en
Alemania
Principales teóricos musicales
Los
madrigalistas italianos
En
la época del Ars Nova el madrigal era una poesía campestre. Más tarde,
esta limitación desaparece y el madrigal se transforma en una composición
de forma estrófica, a la vez que aumenta la diversidad de los asuntos
literarios. Finalmente, el madrigal se convierte en un género poético-musical
susceptible de expresar los más diversos sentimientos.
En el siglo XV, los géneros precursores del madrigal fueron: la fróttola, especie de canción popular
en ritmo vulgar; el strambotto,
la villotta, la villanilla, la canzona, los cantos carnavalescos y los laudes espirituales, todos de carácter popular y de sencilla polifonía.
En el siglo XVI, el madrigal, que era una composición exclusivamente vocal,
empieza por diferenciarse poco de la forma musical severa del motete.
Poco a poco el estilo madrigalesco se va haciendo más definido, hasta
que, por obra sobre todo de Claudio Monteverdi, llega a transformarse
en un género de composición enteramente nuevo del que a su vez surgirá
la cantata. La evolución del madrigal permite
estudiar todas las innovaciones del siglo XVI, tales como la desaparición
progresiva de los viejos modos diatónicos, el libre empleo de las disonancias
y del cromatismo, así como toda clase de atrevimientos armónicos, contrapuntísticos
y rítmicos. Su influencia se manifiesta tanto en la ópera como en la
música eclesiástica.
Primer período. La historia del madrigal comprende tres grandes períodos.
El primero, llamado del madrigal simple, abarca hasta
mediados del siglo XVI. Entre los compositores que más se destacan en
dicho período, se cuentan los flamencos Adriano Willaert, cuyo estilo
madrigalesco se asemeja al de sus motetes: Philippe Verdelot, que es
más innovador y atrevido; Jacques Arcadelt, delicado madrigalista en
cuyas obras se nota la influencia de la fróttola, y Cipriano De Rore, célebre
por sus madrigales cromáticos en los que atiende principalmente la justa
expresión musical del texto. Se destacan así mismo los italianos Constanzo
Festa, Marco Cara, Vicentino, Antonio Barre y Jan Gero, estos dos últimos
afamados frottolistas.
Segundo período. Durante este período, que abarca desde mediados del siglo
hasta 1535 aproximadamente, el madrigal
clásico alcanza su mayor grado de perfección. Con excepción de
Orlando di Lassus, todos fueron italianos. Orlando di Lassus dejó varios
libros de madrigales, como también numerosas canciones francesas y lieder alemanes, obras que fueron universalmente
celebradas en su tiempo. Palestrina compuso 33 madrigales a cuatro o
más voces, verdaderos modelos del género. La línea melódica en estas
obras es menos severa que en las composiciones religiosas del mismo
autor. Entre los madrigales profanos de Palestrina es particularmente
célebre el titulado Alla riva
del Tebro (a orillas del Tíber) y, entre los espirituales, compuestos
para el Oratorio de San Felipe Neri, los hay que son muy místicos y
de una forma muy depurada. Pertenecen también a este período otros notables
madrigalistas, tales como Baltasar Donati y Claudio Merulo.
Tercer período. Se extiende hasta los primeros años del siglo XVII. Suele
denominársele período del madrigal
acompañado y del madrigal
dramático. Características de esta tercera y última etapa son:
la importancia cada vez mayor que adquieren los instrumentos acompañantes
de las voces: el uso frecuente del bajo continuo (fue el compositor
Viadana quien más contribuyó a generalizar este uso); la predominancia
que se le concede al solista y a la monodía acompañada, como habrá luego
de acontecer en la ópera. Los compositores más representativos de este
nuevo tipo de madrigal fueron: Lucas Marenzio (1553-1599), a quien sus
contemporáneos llamaron “el más dulce cisne de Italia”. Por su rica
y expresiva polifonía (de 6 a 10 voces) y también por sus atrevidas
innovaciones, Marenzio ha de ser considerado como el madrigalista más
representativo de este período. Le imprimió carácter dramático al madrigal
y adoptó a menudo un estilo recitativo y declamatorio. Los dos Gabrieli
(Andrea y Giovanni) y Giovanni Croce, quienes pertenecen a la escuela
veneciana, también trataron el madrigal con mucha libertad, introduciendo
frecuentemente el acompañamiento instrumental.
El napolitano Don Carlos Gesualdo, Príncipe de Venosa, fue uno de los compositores
más atrevidos en este período. Desarrolló principalmente el cromatismo
y las fioriture (ornamentos del bel canto italiano). Fue en su época
un verdadero vanguardista; su estilo es inconfundible. Orazio Vecchi
es autor de una comedia armónica que él tituló El
Amfiparnaso (1597), curiosa composición a varias voces y de forma
madrigalesca que puede ser considerada como un remoto antepasado de
la ópera bufa. Los personajes de esta comedia
se expresan en sus respectivos dialectos y siempre en forma coral. Vecchi
escribió además canzonetas humorísticas muy modernas para su época.
Adriano Banchieri, por último, es autor de otro madrigal dramático: La pacía senile (la locura senil), muy
celebrada en su tiempo.
Pero el más ilustre y genial de los madrigalistas del tercer período fue
Claudio Monteverdi (1567-1643). Dejó ocho libros de madrigales de diferentes
formas y estilos. En los dos primeros libros el estilo de Monteverde
no se ha independizado aún del de sus predecesores. Se caracterizan
estos primeros madrigales por el virtuosismo vocal que introduce el
compositor en el conjunto polifónico, así como por la admirable interpretación
musical del texto poético. A partir del 4º libro empieza a notarse la
influencia de la monodía florentina y del estilo recitativo de la ópera.
Hay ya una completa ruptura con los modos antiguos, y lo que tiende
a prevalecer es el carácter dramático de la música, el 8º y último libro
contiene los célebres Madrigales
guerreros y amorosos, entre los que figura El combate de Tancredo y de Clorinda, que es más bien una cantata
dramática en la que Monteverdi emplea por vez primera el llamado estilo
“concitato” (agitado), con trémolos en las cuerdas y efectos instrumentales
descriptivos. Por la libertad de ritmos y de procedimientos armónicos,
así como por todas las innovaciones que introdujo en sus obras, fue
Monteverdi muy combatido por sus contemporáneos. Puede decirse que la
obra de este músico genial y revolucionario está tan por encima de la
música de su tiempo, que sólo más tarde llegó a ser plenamente comprendido.
La polifonía profana en Francia
Desde finales del siglo XV habían alcanzado mucho auge en Francia el rondó
y la canción. El rondó, de estilo popular, era un canto bailado, a varias
voces. Se caracteriza por tener un tema cantado polifónicamente por
un coro denominado “refrain” (estribillo), el cual alterna con estrofas
de estilo monódico, denominadas “couplets” (coplas). La canción polifónica
no era de índole popular y tenía un carácter refinado, algo semejante
al de los madrigales italianos. Era por lo general descriptivo y pintoresco.
Entre los polifonistas franceses se destacaron: Claude Goudimel, quien
fuera asesinado la noche de San Bartolomé por ser calvinista. Compuso
inspirado en el Salterio Hugonote, según la traducción de Clément
Marot. Clement Janequin, discípulo de Josquin Desprez, fue el compositor
más representativo de la canción polifónica en Francia. Dejó escritas
unas 200 canciones, muchas de ellas de carácter descriptivo y semi-popular,
entre las que son particularmente célebres: La
batalla de Marigna, especie de cantata llena de curiosos efectos
onomatopéyicos con los que el autor intenta imitar redobles de tambores,
descargas, etc., todo en forma exclusivamente vocal; Los
gritos de París, El canto
de los pájaros y muchas otras por el estilo. Claude Le Jeune compuso
muchas canciones inspiradas en las poesías “medidas a la antigua” que
cultivaron los poetas humanistas que frecuentaban la Academia de Le
Baif. Son canciones de un género nuevo y están escritas en ritmo
libre. Algunas son de una gran belleza expresiva. Guillaume Costeley,
Francois Eustache Du Caurroy y Mauduit fueron los últimos polifonistas
franceses de renombre en el siglo XVI.
La polifonía profana en Inglaterra
La escuela polifónica inglesa alcanzó su mayor brillo durante el reinado
de Isabel (fines del siglo XVI a mediados del siglo XVII). Los principales
compositores de madrigales ingleses fueron William Byrd (1543-1623),
llamado el “Palestrina de Inglaterra”. Fue organista y cantor de la
Capilla Real. Sus obras religiosas y profanas tienen mucha influencia
del estilo italiano. Tomás Morley, organista, contrapuntista y teórico,
cuyas canciones de danza, espontáneas y graciosas, fueron muy celebradas.
Orlando Gibbons, John Bull y John Dowland, fueron también madrigalistas
muy finos a la vez que compositores de música instrumental. Predomina
en casi todas las obras de los compositores ingleses de este brillante
período isabelino la tendencia hacia la música de carácter pintoresco
y gracioso.
La polifonía profana en Alemania
En ese país Hans Leo Hassler “introdujo en la música protestante el estilo
de su maestro italiano Andrea Gabrielli”. Cultivó el estilo “a capella”
y fue uno de los motetistas más célebres de su tiempo.
Principales teóricos musicales
Durante los siglos XV y XI progresó considerablemente la teoría musical.
Las constantes innovaciones introducidas por los compositores de este
período provocaron numerosas polémicas, pues, mientras unos teóricos
se mantenían apegados a la tradición medieval, otros, presintiendo el
futuro desarrollo que había de alcanzar el arte musical, pugnaban por
darle una base teórica a las innovaciones aportadas por los compositores,
encaminando así cada vez más la música hacia nuestro actual sistema
tonal y armónico.
Los teóricos que más se destacaron fueron, entre los españoles: el andaluz
Bartolomé Ramos de Pareja (1440-1521?), quien por muchos años ejerció
el profesorado en la ciudad de Boloña. Ramos de Pareja, en su tratado De Música, estableció las relaciones matemáticas
del acorde perfecto mayor: redujo las escalas a los dos tipos “mayor”
y “menor”, y fue, además, el primero en concebir la teoría del temperamento
igual de la escala (división del tono en dos semitonos iguales),
teoría muy avanzada para su época y que por lo mismo fue muy discutida:
Juan Bermuda, cuya obra Declaración
de instrumentos, publicada a mediados del siglo XVI, es una fuente
apreciable para el estudio de los instrumentos de la época; y Francisco
Salinas (1513-1590), ciego de nacimiento, no obstante lo cual llegó
a ser notable organista y profesor de música en la Universidad de Salamanca,
después de haber vivido muchos años en Italia. En su tratado De
Musica libri septem (1577) figuran numerosos ejemplos de canciones
populares, muy valiosos para el conocimiento de la música nacional española.
Entre los teóricos italianos del mismo período, merecen citarse los siguientes:
Nicolás Vicentino (1511-1572), autor de la obra La música antigua reducida a la práctica moderna (1558), en la que trató de resucitar los géneros cromático y enarmónico
de los antiguos griegos. Inventó un curioso instrumento al que denominó
archicémbalo, que daba los cuartos de tono. Fue muy combatido, sobre
todo por Zarlino.
Gioseffo Zarlino (1517-1590), veneciano, discípulo de Weillaert, además
de teórico insigne, fue compositor, organista y maestro de capilla de
la Catedral de San Marcos en Venecia. Su obra capilar se titula: Instituciones armónicas y está basada en
las teorías de Ramos de Pareja. En ella dejó establecidas las relaciones
matemáticas de los intervalos que componen las modernas escalas diatónicas
mayor y menor, así como la consonancia de los intervalos 3ª y 6ª. Su
teoría del contrapunto tuvo mucha influencia en Holanda y el Norte de
Alemania, sobre todo a través de Sweelinch, quien había sido su discípulo.
Las nuevas teorías de Zarlino suscitaron también muchas polémicas.
Vincenzo Galilei (1533-1591) fue, por último, el primero en exhumar de
los archivos del Vaticano, una Oda y un Himno de la antigua Grecia.
Le declaró la guerra al contrapunto, a los artificios de la notación
y a los adornos que recargaban la línea melódica en las obras polifónicas
de sus contemporáneos. Según Galilei, la música antigua, nacida de la
palabra, era superior a la contemporánea. Sus revolucionarias teorías
ejercieron una influencia considerable sobre la creación de la monodía
florentina y de la ópera.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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