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El Lenguaje de la Música
(Lecciones populares sobre música)

Juan Bautista Plaza

VII
El lied de Schumann
La canción francesa de Duparc,
Fauré, Hahn y Debussy

En los numerosos tipos y variados aspectos de la canción que hemos contemplado hasta ahora, puede observarse cómo ha ido este género musical enriqueciéndose cada vez más en todo sentido, a medida que el arte musical se ha desarrollado a través de los siglos. En la época de Schubert, compositor de quien traté especialmente con anterioridad, los géneros musicales más serios y complicados alcanzaron una importancia extraordinaria. Las sinfonías orquestales, la música de cámara, las sonatas y demás piezas para piano y otros instrumentos, obras todas de las cuales hablaré en su oportunidad, llegan a constituir un repertorio muy extenso en el que abundan grandes obras maestras. Durante esa misma época a que me refiero, o sea, en los primeros treinta o cuarenta años del siglo XIX, el género de la canción artística no podía menos que enriquecerse también con obras muy valiosas. Después de Schubert, quien fue, como dije, el primero en darle una gran importancia al lied alemán, muchos otros compositores alemanes han seguido sus huellas, casi, diremos, hasta nuestros días. No me detendré a hablar de ellos, pues no sería posible en estas sencillas lecciones hablar de todos los compositores que han tratado los diversos géneros musicales.

Habiendo, pues, dado una idea somera de lo que es el lied alemán y de la obra magistral que realizó Schubert en este hermoso campo musical, me propongo ahora hablar de la canción artística francesa en la época actual (1940). Después de haber empezado por las formas más sencillas de la canción, principalmente de la canción popular, hemos ido ascendiendo paulatinamente hacia formas cada vez más refinadas y artísticas. El lied alemán representa, según vimos, una forma ya muy culta de la canción. Sin embargo, todavía en el lied de Schubert, la influencia de lo popular no deja de advertirse a menudo. No podría ser de otro modo, pues Schubert vivió en la época más floreciente del Romanticismo alemán y uno de los rasgos característicos de ese gran momento literario y artístico que culminó hacia mediados del siglo XIX, fue el interés que suscitó entre poetas y artistas todo aquello que fuera de proveniencia o de índole popular. El mismo vocablo “Romanticismo”, nos indica claramente esto, pues, dicho vocablo deriva de “romance”, y romance es, entre otras cosas, el nombre dado a cierto género de poesía lírico-narrativa de la Edad Media, escrita en romance, esto es, en lengua vulgar y no ya en latín y, por lo tanto, eminentemente popular.

Pero este carácter popular o semipopular del lied alemán se pierde cada vez más. Los compositores ya no escogen para sus canciones poesías sencillas inspiradas en antiguas leyendas populares, sino textos y poesías cada vez más refinadas, de un lirismo cada vez más íntimo. Es en la canción artística francesa donde podemos advertir mejor esta especie de depuración en el estilo y en las formas. Sin embargo, antes de hablar de estos compositores franceses, conviene tal vez oír como ejemplo de transición entre el lied schubertiano y la moderna canción francesa, uno de los lieder [1] de Schumann, otro de los músicos más grandes de Alemania. Robert Schumann, por lo que se refiere al lied, fue un continuador de Schubert, pero en sus canciones hay ya mayor refinamiento y una mayor intimidad en la expresión. El lied de Schumann que puede ofrecerse como ejemplo se titula: Noche de luna. La letra dice así:

Es la hora del misterio,
Ha llegado ya la noche
El cielo besa a la tierra
Con un beso de amor.

Así, por este estilo, son los demás versos, cuyo autor, Eichendorft, fue un delicado poeta alemán. Es evidente que la música inspirada en esta clase de poesía tiene que ser de un estilo muy diferente del de las baladas y otras obras similares de Schubert.


Robert Schumann, compositor alemán
(Sajonia, 1810 - Endenich, 1856)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Mondnacht (Noche de luna), de Robert Schumann.

Las canciones francesas a que paso a referirme son de una calidad artística más o menos semejante a la de este lied de Schumann. Muchos son los compositores franceses modernos que han tratado la canción. Desde fines del siglo XIX hasta nuestros días (1940), el repertorio de este género musical se ha enriquecido en Francia con infinidad de obras de primer orden.

En la creación de tales obras han tenido mucha influencia los grandes poetas de las diversas escuelas y cenáculos literarios que se han sucedido en aquel país: Víctor Hugo, Baudelaire, Leconte de Lisle y Verlaine, son tal vez los poetas que han inspirado mayormente a los compositores. El carácter refinado de casi toda esta poesía tiene lógicamente que producir un tipo de melodía vocal no menos refinada. Con admirable penetración han sabido los músicos franceses asignar el espíritu de toda esa poesía para luego traducirlo musicalmente en composiciones casi siempre muy inspiradas y de forma y estilo muy nuevos. La distancia recorrida desde la canción popular hasta estas otras canciones tan artísticamente elaboradas, es verdaderamente prodigiosa. Es preciso reconocer que si no se tiene cierta preparación y cierto grado de cultura, no es fácil captar todos los matices y toda la sutileza expresiva que encierran dichas canciones. Es por ello, por lo que de todo ese interesante repertorio de canciones francesas modernas, he escogido aquellas que por su forma y su relativa sencillez, considero más comprensibles.

Empezaré con una melodía para canto y piano titulada: Canción triste, del compositor Henri Duparc. Es este un músico muy poco conocido entre nosotros, no obstante ser Duparc uno de los artistas más finos y originales que ha tenido Francia. Su producción musical, desde el punto de vista de la cantidad es de una exigüidad que asombra: se reduce casi exclusivamente a una colección de dieciséis canciones sobre poesías de los más selectos poetas de Francia. Duparc, sin embargo, vivió, más de ochenta años, pero tuvo la desgracia de contraer una enfermedad nerviosa que le impidió consagrar al trabajo tan larga vida; por otra parte, era un crítico tan severo para consigo mismo, que optó por destruir los manuscritos de casi todas las obras que había compuesto en su primera época. Toda la fama de que goza Duparc hoy día se debe, pues, únicamente a esas dieciséis canciones que él juzgó dignas de pasar a la posteridad. Lo cual demuestra una vez más —dicho sea de paso— que el valor de un artista no se mide por la cantidad sino por la calidad de lo que produce.


Henri Duparc, compositor francés
(París, 1848 - Mont-de-Marsan, 1933)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Chanson triste (Canción triste), de Henri Duparc.

Mientras Duparc resulta ser para nosotros un compositor casi ignorado, este otro de quien voy a hablar ahora nos es, en cambio, muy conocido. Se llama Reynaldo Hahn, y nació si no me equivoco, nada menos que en esta ciudad de Caracas, el 9 de agosto de 1875. Pues bien, aunque parezca un acertijo, este célebre hijo de Venezuela es un compositor francés. Desde la edad de tres años, Reynaldo Hahn Echenagucia abandonó nuestra patria. Habiéndose radicado en París, entró en el Conservatorio de aquella ciudad a la edad de once años y fue tal su precocidad artística, que ya a los catorce publicó su primera obra musical. Fue discípulo del gran compositor Massenet y apenas terminó sus estudios, comenzó a producir obra tras obra, todas las cuales fueron tan bien recibidas por el público y la crítica que pronto su nombre alcanzó gran celebridad; y hoy día (1940) Reynaldo Hahn es indudablemente uno de los compositores que goza de mayor prestigio en Francia, pues se le considera como uno de los músicos más representativos de aquel país.

Lo único que a nosotros nos toca de esa gloria se limita, pues, al origen venezolano de Reynaldo Hahn. La índole de su obra y el espíritu que refleja toda su producción musical, son, como he dicho, netamente franceses.

Reynaldo Hahn tiene un estilo personal, a pesar de la evidente influencia que se nota en él de compositores tales como Massenet, su maestro, y Fauré. Su música tiene mucho encanto y elegancia. En el género ligero de la opereta, en el del ballet y sobre todo en el de la canción francesa, Hahn se ha revelado como un maestro muy fino, poseedor de una técnica nada común. De sus numerosas canciones, he escogido dos para ilustrar esta lección: la primera se titula: Les Etoiles (Las Estrellas), sobre poesía de Théodore de Bainville. Es ésta, indudablemente, una preciosa canción, de gran sentimiento y muy inspirada.


Reynaldo Hahn, compositor franco-venezolano
(Caracas, 1875 - París, 1947)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Les etoiles (Las estrellas), de Reynaldo Hahn.

La otra canción de Reynaldo Hahn que quiero señalar es una de las más conocidas. Se titula: Si mis versos tuviesen alas, poesía de Víctor Hugo.


Reynaldo Hahn, compositor franco-venezolano
(Caracas, 1875 - París, 1947)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Si mes vers avaient des ailes, de Reynaldo Hahn.

No puedo dejar de referirme, aunque sea de paso, a los dos compositores de canciones más importantes que ha tenido Francia: Gabriel Fauré y Claude Debussy. Fauré, quien fue profesor de composición y director del Conservatorio de París, es uno de los músicos más originales de su época. En el catálogo de sus obras, el cual comprende música de toda índole: teatral, sinfónico, de cámara, etc., figuran unas cien melodías para canto y piano, entre las que se destacan algunas de una belleza verdaderamente exquisita. El estilo de Fauré se caracteriza por la clásica elegancia que se revela en la forma de sus composiciones, unida siempre a una sensibilidad poética muy fina. La canción de Fauré viene a ser como el prototipo de la canción artística francesa de su tiempo. Ningún otro compositor de aquel país ha logrado tal perfección en este género, difícil como pocos, aunque sencillo en apariencias.

Oigamos como ejemplo de música de Gabriel Fauré, la melodía titulada: Claro de luna, poesía de Paul Verlaine, que es una de las más célebres de este gran compositor.


Gabriel Fauré, organista y compositor francés
(Pamiers, 1845 - París, 1924)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Clair de lune (Claro de luna), de Gabriel Fauré.

Con las melodías de Claude Debussy habremos llegado al término de esta primera serie de lecciones dedicadas a la canción. No es que el tema se haya agotado, ni mucho menos. La canción podría proporcionarnos todavía material interesante para muchas otras ocasiones. Por el momento, sin embargo, conviene cambiar de tema, pues muchos otros nos quedan, tan interesantes como este de la canción. Como bien se comprende, estas lecciones no tienen el propósito de constituir algo así como un cursillo sobre un determinado asunto musical. El propósito de ellas es muy diferente. Su principal finalidad consiste en despertar interés por la buena música y es por eso por lo que me esmero muy especialmente en ilustrarlas con abundantes ejemplos musicales cuidadosamente seleccionados, de acuerdo con dicha finalidad. Quien haya oído todos estos comentarios, tendrá sin duda una idea más precisa de lo que es la canción, este género musical, tan rico, tan variado y, sin embargo, tan poco conocido en el fondo. Como decía hace poco, hemos ido ascendiendo progresivamente desde la humilde canción popular, hasta llegar a estas últimas canciones de Debussy que representan, si no el punto extremo en la evolución del género, ya que hay autores aún más modernos que Debussy, por lo menos un tipo de canción sumamente refinado y totalmente ajeno a toda influencia popular.

El refinamiento de Debussy se manifiesta en todas sus obras. Lo que pudiéramos llamar el lenguaje musical de este revolucionario del arte no tiene paralelo en la historia. La originalidad de este lenguaje es tal, que casi ningún músico se atreve a usarlo en sus composiciones, porque usar el lenguaje musical de Debussy, equivale prácticamente a plagiar a Debussy. Comprendo que esto puede resultar algo difícil de entender para muchos. Pero ya tendremos oportunidad de hablar más explícitamente sobre todo ello. Por el momento, y como indispensable preparación para escuchar las canciones de Debussy, tan sólo me interesa hacer destacar la extraordinaria originalidad del arte de este compositor.

La primera canción, titulada Green, pertenece a la colección de las Arietas olvidadas, poesía de Paul Verlaine. Fue compuesta por Debussy en su primera época, cuando aún no había revelado todo su genio. Es, sin embargo, una de las más bellas de su repertorio.


Claude Debussy, compositor francés
(Saint-Germain-En-Laye, 1862 - París, 1918)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Green”, de Ariettes oubliées, de Claude Debussy.

Las otras dos canciones de Debussy que quiero mencionar son muy breves. Pertenecen a la colección de las Fiestas galantes, de Verlaine. La primera se titula “Mandoline”, la segunda “Fantoches”. Es de notar en estas dos canciones la influencia de la música española, por la que sentía especial predilección Debussy.


Claude Debussy, compositor francés
(Saint-Germain-En-Laye, 1862 - París, 1918)

Ejemplos musicales:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Mandoline”, de Fêtes galantes, de Claude Debussy.
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Fantoches”, de Fêtes galantes, de Claude Debussy.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

1.- "Lieder" es el plural de "Lied". [Regresar]

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
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