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El Lenguaje de la Música
(Lecciones populares sobre música)

Juan Bautista Plaza

XI
Música descriptiva.
El Nacionalismo Musical.
Evocación de la Patria. El tono llanero de
Venezuela. Evocación de España y
de países exóticos

Cuando contemplamos la producción musical europea del siglo XIX, una de las cosas que más nos sorprende es la variedad de estilos de las obras que fueron creadas durante esa centuria, una de las más fecundas en la historia de la música. El romanticismo y todas las tendencias artísticas que de este movimiento se derivaron, contribuyó mucho, desde luego, al enriquecimiento de la música; pero lo que ha introducido mayor variedad en el estilo y las formas musicales ha sido, indudablemente, el hecho de que, durante el siglo XIX, se crearon las llamadas escuelas nacionales, cuya producción artística encierra gran cantidad de obras sumamente originales y nuevas en todo sentido.

Hasta principios del siglo XIX, Italia, Francia y Alemania venían siendo los únicos países de Europa cuya producción musical era digna de tomarse en cuenta. De estas tres naciones y de la España del siglo XVI, habían salido los más grandes compositores del pasado; y de ellas también habrían de salir algunos de los genios musicales más representativos del siglo XIX. Pero, frente a Italia, Francia y Alemania, comienzan en ese mismo siglo a imponerse y a dejar sentir su influencia otros países tales como Rusia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Bohemia y España, países que hasta mediados del siglo XIX no representaban nada o casi nada en la evolución del arte musical europeo. El carácter nacional que ofrece la música de estos diferentes países, y la manera tan original con que esta música fue presentada por los notables compositores que surgieron de cada una de aquellas escuelas nacionales, constituye, como he dicho, uno de los aportes más valiosos y que más ha contribuido a enriquecer el repertorio musical en el siglo XIX y en el siglo XX.

No es mi propósito tratar ahora de esas escuelas nacionales —tema por lo demás sumamente vasto—, sino únicamente referirme a algunas obras de carácter evocativo, obras interesantísimas, no sólo por su mérito artístico, sino también por ser ellas un producto típico de esa tendencia nacional o nacionalista que presenta la música europea desde fines del siglo pasado. En mis últimas lecciones me he dedicado a cierta clase de música algo especial. Primero, a la música que pudiéramos llamar estrictamente imitativa; luego a la música descriptiva y, por último, a aquella que se propone evocar algún sitio o paisaje natural: el campo, la selva, la estepa, etc. Hoy voy a referirme nuevamente a esta última clase de música. Voy a hablar de otras clases de evocaciones musicales, mucho más sutiles, como son las que nos ofrecen varias obras de autores pertenecientes a algunas de aquellas escuelas nacionales surgidas recientemente en Europa.

La evocación musical de la patria, y en particular la de todos aquellos rasgos típicos que caracterizan a esta o aquella determinada región del país, constituye uno de los mayores atractivos que ofrece la música del moderno compositor de tendencia nacionalista y parece increíble de qué manera tan admirable realiza la música esta clase de evocaciones. Aquí en Venezuela tenemos también algo muy interesante que ofrecer a este respecto, como es, por ejemplo, el curioso “tono” que cantan nuestro llaneros. La música de este tono ha sido transcrita por José Antonio Calcaño, nuestro buen amigo. Los interesados pueden hallar esta transcripción en el N° 12 de los cuadernos literarios de la Asociación de Escritores Venezolanos, titulado Contribución al estudio de la música en Venezuela, en el que ha recopilado Calcaño muchas de sus pacientes investigaciones sobre nuestra música y su historia. Pues bien, refiriéndose Calcaño a la extraordinaria armonía que existe entre la música de aquel “tono” y el paisaje llanero, hace la siguiente observación, que va muy de acuerdo con lo que acabo de decir acerca del poder evocador de la música: “Para quien no conozca el llano —dice Calcaño—, la imagen más fiel de aquella naturaleza excepcional, de aquel paisaje de tanta vitalidad y de índole tan característica, no estaría en ninguna descripción literaria, en ninguna fotografía o paisaje, sino en un “tono”, cantado por legítimos llaneros. El “tono” refleja el espíritu de aquella soledad llena de vida, que se esparce en todo sentido en infinita prolongación. El acorde que surge y se dilata, adormeciéndose en los aires llenos de luz, es seguido por otro que brota con nueva vida y se esparce a su vez hasta diluirse en el horizonte”.

Lo que han hecho, por ejemplo, Albéniz o Falla en España, ¿por qué no podría hacerlo en nuestra patria un músico venezolano? Elocuentísima resultaría una evocación musical del llano realizada artísticamente por algún sobresaliente compositor nuestro.[1]


Antonio Estévez, compositor y director venezolano
(Calabozo, 1916 - Caracas, 1988)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Mediodía en el Llano, de Antonio Estévez.

Oigamos ahora de qué manera tan primorosa ha sabido Albéniz evocar una de las más sugestivas ciudades españolas, la ciudad de Córdoba, con toda su encantadora poesía. Hay que ser español, claro está, y cordobés por añadidura, para gustar plenamente esta fina evocación de Albéniz. De todos modos, su música sabrá siempre conmover a cuantos la oigan.


Isaac Albéniz, pianista y compositor español
(Camprodon, 1860 - Cambó-Les Bains, Francia, 1909)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Córdoba. Albéniz.

Una de las tantas consecuencias que trajo el despertar del nacionalismo musical en Europa, fue el gusto por todo lo exótico. Parece como si los compositores hubiesen terminado por descubrir el mundo, entendiendo por mundo todas las partes del globo, con excepción de Europa. El Asia primero, el África negra y nuestra América, por último, han sido sucesivamente objeto de especulación musical por parte de numerosos compositores europeos. Esta afición a lo exótico nos ha valido también una serie de evocaciones musicales de estilo muy curioso y nuevo. Aunque parezca mentira, España, no obstante pertenecer al continente europeo, fue, sobre todo para los músicos franceses, el primer país exótico digno de explotarse. Y en verdad que la música popular española es algo tan diferente de la del resto de Europa, que con razón se presenta como un fenómeno extraño dentro de aquel continente. Lo cierto es que España ha venido siendo una fuente inagotable de inspiración para los músicos franceses, desde el estreno de la célebre ópera Carmen, de Bizet, y aun desde antes hasta nuestros días. La evocación de España a través de la música de Debussy y de Ravel es la que ha dado acaso mejores frutos artísticos. Ejemplo de una de estas evocaciones españolas es la pieza titulada Tarde en Granada, del compositor francés Claude Debussy.


Claude Debussy, compositor francés
(Saint-Germain-En-Laye, 1862 - París, 1918)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Soirée dans Grenade (Tarde en Granada), de Claude Debussy.

En alas de la música podríamos realizar un largo viaje a través de las más remotas o extrañas regiones del globo. Los grandes compositores de nuestro tiempo han sabido captar, para luego expresarlos musicalmente, todos los colores, las caprichosas formas y las mil particularidades del ambiente exótico. Uno de estos compositores poco conocido entre nosotros, el francés Jacques Ibert, compuso una obra muy pintoresca llamada Escalas. Bajo este título reunió Ibert cierto número de impresiones que había conservado de un viaje que realizara por las costas del Mediterráneo, haciendo escalas en sus diferentes puertos. Particularmente interesante es el trozo que corresponde a la llegada del artista a la costa africana. Por medio de una melodía árabe, recogida en Túnez, evoca Ibert la melancolía de aquella raza y la nostalgia de sus músicos, infatigables improvisadores de cantilenas monótonas, obsesionantes.


Jacques Ibert, compositor francés
(París, 1890 - París, 1962)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Escalas. Segundo movimiento. Jacques Ibert.

Otros compositores nos conducen más lejos que Jacques Ibert. La pintoresca China, el Japón remoto, “heroico y galante”, como lo definió Gómez Carrillo, han sido puntos de mira favoritos de los músicos contemporáneos. Hay, por lo menos, una obra de ambiente japonés que ha llegado a alcanzar gran celebridad: es la ópera Madame Butterfly, de Puccini. También en el terreno de la música instrumental podemos hallar muchas páginas evocadoras de ambientes exóticos; por ejemplo, el encantador cuadrito musical de Ravel, titulado “Laideronnette, Emperatriz de las Pagodas”, el cual forma parte de su célebre ballet Ma mère I’oye. Seguida de su corte, Laideronnette entra al baño al son de dos melodías chinas que ejecutan los diminutos súbditos de la no menos diminuta emperatriz. Hay que advertir que nos hallamos aquí en el país de los cuentos de hadas. Laideronnette y todos los que la rodean no son más que figuritas de porcelana china, animadas por obra de nuestra fantasía. Algunos músicos de esta corte liliputiense usan “laúdes hechos con una concha de nuez; otros tocan violas talladas en una concha de almendra”. Es así como está descrita la escena en el cuento original de Mme. d’Aulusy, en el cual se inspiró Ravel al componer esta graciosa fantasía china.[2]


Maurice Ravel, compositor francés
(Ciboure, 1875 - París, 1937)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Laideronnette, Emperatriz de las Pagodas”, de Ma mère l’oye (Mi madre la oca), de Maurice Ravel.

Para concluir este rápido viaje imaginario a través de países exóticos o semilegendarios, voy a ofrecer uno de los ejemplos de evocación musical más extraordinarios que pueda darse: el de las "danzas polovesianas" de la ópera El Príncipe Igor, de Borodin. De este gran compositor ruso comentamos ya su bello poema sinfónico titulado En las estepas del Asia Central, recalcando el poder evocativo de aquella inspirada composición. Las danzas a que ahora me refiero son de un orientalismo lleno de color. La fantasía de Borodin se revela aquí espléndidamente. Delicados pasajes, inspirados en el folklore eslavo alternan con trozos dinámicos, rudos, de una expresión cada vez más frenética, casi salvaje. Todas las características del oriente primitivo y lejano están aquí evocadas de manera magistral.


Alexander Borodín, científico y compositor ruso
(San Petersburgo, 1833 - San Petersburgo, 1887)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Danzas polovesianas”, de El Príncipe Igor, de Alexander Borodin.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

1.- Este planteamiento demuestra una gran humildad por parte de Plaza, ya que para la fecha en que escribió estas palabras (1939-40) él mismo llevaba casi 15 años componiendo obras de carácter nacionalista, como por ejemplo Campanas de Pascua, El picacho abrupto y la Fuga Criolla, en el ámbito sinfónico, la Sonativa venezolana en el piano, las Siete canciones venezolanas, para canto y piano, así como un importante número de madrigales para coro. De igual manera algunos de sus contemporáneos hacían lo mismo. Es posible que no halla hecho mención de nada de esto ya que ninguna de estas obras nacionalistas estaban grabadas para la época. Debemos agregar que para cuando escribió sus palabras el nacionalismo venezolano estaba en plena efervecencia y en menos de una década surgió una nueva generación de nacionalistas venezolanos entre los que se encontraban Antonio Estévez, Ángel Sauce, Evencio Castellanos, Inocente Carreño, Antonio Lauro, Gonzalo Castellanos y muchos otros. Hemos agregado la grabación de Mediodía en el Llano de Antonio Estévez, que de alguna manera va acorde con los planteamientos del texto. [Regresar]

2.- Mi madre la oca fue compuesta originalmente para piano a 4 manos. Luego el propio Ravel realizó su orquestación. Aquí presentamos la versión para orquesta. [Regresar]

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
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