XIX
La suite clásica. El minuet
Últimamente nos hemos dedicado a hablar de las danzas populares.
En esta lección vamos a tratar especialmente sobre algunas danzas antiguas,
de estilo más puro, más refinado. Estos aires de danzas tienen mucha
importancia en la historia de la música, pues con ellos, entre otras
cosas, se llegó a constituir la suite, género de composición de que
hablé anteriormente y de la cual volveré a tratar luego.
Uno de estos aires de danzas, el minuet, fue además incorporado
a la sinfonía clásica, como también veremos.
A pesar de que muchos de esos antiguos aires de danzas tuvieron
un origen popular, se nota en todos ellos un estilo muy diferente del
que caracteriza las danzas folklóricas. En éstas predomina generalmente
cierta libertad de formas aunada a una gran riqueza de ritmos variadísimos.
Semejante riqueza y variedad son en cierto modo comparables a las que
ofrecen las flores silvestres. Según las regiones y los climas, estas
humildes florecitas presentan multitud de formas y de colores. Puede
decirse que, asimismo, con igual variedad y espontaneidad, se dan en
todas partes los aires de danzas que llamamos populares, todas esas
composiciones, por lo general anónimas, que integran el folklore musical
de una región. No sucede así con los aires de danzas clásicos. Estos
constituyen una categoría especial, refinada, aristocrática; son como
flores de jardín cuidadosamente cultivadas. Su factura musical está
sometida a ciertos cánones estrictos; su estilo ha de conservar siempre
cierta compostura de salón, ya que su finalidad es o era precisamente
la de ser ejecutados con toda pulcritud en los salones de los nobles,
de los aristócratas, de los potentados.
Vamos a valernos de una ilustración musical para poner de
manifiesto esta diferencia a que me refiero entre el estilo de un aire
de danza popular y el de un aire de danza clásico. Oigamos en primer
lugar una de las danzas noruegas de Grieg: la Danza noruega N° 1,
una de las más típicamente regionales de aquel compositor nórdico. Se
nota la variedad de ritmos que hay en ella, así como el papel importante
que desempeñan los timbres de los instrumentos que integran la orquesta.
Tras una primera parte movida, alegre, sigue otra lenta, sentimental,
después de la cual vuelve a oírse el alegre trozo inicial.[1]

Edvard Grieg, compositor noruego
(Bergen, 1843 - Bergen, 1907)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Danza noruega N° 1, de Edvard Grieg.
A continuación oigamos la Gavota en sol menor de Johann
Sebastian Bach. No puede haber mayor contraste; toda esta música de
Bach, de factura clásica, es sumamente refinada, pulcra, exquisita.
Tiene, sin embargo, una estructura análoga a la de la danza de Grieg:
una primera parte, que luego se repite al final y una parte central
que forma contraste con aquélla, un contraste mucho menos marcado que
el que ofrece la danza de Grieg. ¡Qué diferencia entre estas dos maneras
de componer un aire de danza! Son dos mundos, dos épocas, distintos
por completo.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Gavota en Sol menor, de Johann Sebastian
Bach.
La suite clásica, que está construida, según dije en otra
ocasión, por una serie de aires de danzas, fue uno de los géneros de
composición que más cultivaron los grandes músicos de los siglos XVII
y XVIII. Bach es sin duda el maestro insuperable en esta clase de obras.
Dejó escritas muchas suites de diferentes estilos: unas a la manera
de las suites francesas, otras, al estilo de las inglesas o las alemanas.
Con arte exquisito supo combinar la sucesión de los diferentes aires
de danzas de modo que hubiera siempre interesantes contrastes entre
unos y otros, a la vez que una gran unidad en el conjunto. Es innegable
que casi todos estos aires de danzas tienen un origen popular. Sin embargo,
al ser tratados por Bach, adquieren un refinamiento extraordinario,
hasta convertirse en verdaderas joyas del más depurado arte. La Suite
N° 2 en Si menor, de Bach, es un ejemplo magistral de lo que es
una suite clásica y una de las más bellas de este gran compositor alemán
del siglo XVIII. Esta es una suite para orquesta, en la cual la flauta
desempeña un importante papel como solista. Consta de seis aires de
danzas precedidos de una "obertura".
A ésta siguen un "rondó", de ritmo alegre, festivo; una
"zarabanda", lenta, ceremoniosa; una "bourrée", de movimiento muy vivo;
una "polonesa" sumamente sencilla o, por lo menos de un estilo muy diferente
al de las célebres polonesas de Chopin; un "minuet" breve y también
muy sencillo y como número final, una graciosa "badinerie", que es como
decir un inocente juego musical lleno de vivacidad.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Suite N° 2 en Si menor, de Johann Sebastian
Bach.
En lecciones anteriores me referí a la Suite Algeriana,
de Saint-Saëns, y a la Suite Arlesiana N° 1, de Bizet. Entre
esas dos suites y la que acabamos de comentar de Bach puede notarse
que existe una gran diferencia de estilo. La obra de Bach carece del
elemento pintoresco que caracteriza a las dos suites de autores franceses,
pero en cambio es de una factura más elegante y de una musicalidad más
pura. Los aires de danza que la integran han pasado todos de moda, mas
esto mismo contribuye a prestarle cierto encanto como de cosa añeja,
que nos recuerda aquellos salones del siglo XVIII en los que imperaba
el gusto por todo lo que fuera, en arte, pulcro, elegante, refinado.
Todavía a fines de aquel siglo, seguimos hallando entre los músicos
esa misma manera culta de tratar los aires de danzas. Sólo que ya la
suite, tal como fue concebida por Bach, tiende a desaparecer. El nuevo
género de la sinfonía, del cual hablaré en otras oportunidades, va,
adquiriendo una importancia cada vez mayor. Con excepción del minuet,
el cual llegó a constituir uno de los números o movimientos que integran
la sinfonía clásica, casi todos los demás aires de danzas que intervenían
en la composición de la suite, fueron cayendo poco a poco en el olvido.
Con el minuet, como he dicho, no sucedió lo mismo, antes por el contrario,
se convirtió en el aire de danza predilecto de los grandes compositores
de entonces: Haydn y Mozart, principalmente. Muy célebres se han hecho
algunos de esos minuet del siglo XVIII. Representan uno de los géneros
más finos de música instrumental de tipo galante, que nos legó el pasado.
Ciertos minuet de Haydn o de Mozart son creaciones verdaderamente espléndidas,
obras de arte en las cuales se reflejan de un modo maravilloso la gracia
y el buen gusto de una sociedad que sabía deleitarse con las más altas
y espirituales manifestaciones del divino arte.
Un excelente ejemplo de esa música es el bellísimo minuet
que forma parte del Divertimento N° 17 en Re mayor, de Mozart.
Este divertimiento es una especie de pequeña sinfonía para pocos instrumentos:
consta, como la suite, de varios números o movimientos uno de los cuales
es el minuet.

Wolfgang Amadeus Mozart, compositor austríaco
(Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Minuet del Divertimento N° 17, en re mayor,
K. 334, de Wolfgang Amadeus Mozart.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
1.- Plaza hace referencia a la importancia de los
timbres instrumentales en la orquesta, sin embargo debe tomarse en cuenta
que la grabación ofrecida aquí es una versión para piano solo. [Regresar]
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |