XXIV
El primer movimiento de la sinfonía clásica
Un tema tan importante y tan vasto como el de la sinfonía
clásica, requiere ser considerado poco a poco, metódicamente y con abundancia
de ilustraciones musicales. Es bajo esta condición como puede llegarse
a comprender y a gustar las singulares bellezas que encierra la verdadera
música clásica.
De las partes o movimientos que integran la sinfonía, hay
dos sobre los cuales ya hemos hablado con algún detenimiento: el minuet,
transformado luego en scherzo, y el adagio, o movimiento lento. Ahora
vamos a empezar a tratar del primer movimiento, que es, sin duda, el
más característico de la sinfonía. La estructura de este primer movimiento
es bastante difícil de explicar a quienes no sean músicos o no posean
siquiera alguna cultura musical. Prescindiremos, por lo tanto, de toda
explicación de orden técnico por lo que se refiere a la estructura o
a la forma musical de dicho movimiento, y nos limitaremos a hablar de
sus diversas modalidades y de ciertas características que le son propias.
El movimiento a que nos referimos es —como dicen los músicos— un allegro
de forma especial. Se trata de un trozo de música de movimiento más
o menos vivo, dividido en tres partes, íntimamente ligadas entre sí.
La primera constituye como una exposición de dos o más temas
melódicos, de diferentes caracteres; la segunda parte no es más que
el desarrollo musical de estos temas; el compositor juega en cierto
modo con ellos, los combina de distintas maneras; de donde resulta cierto
carácter dramático que siempre tiene esta parte central del allegro
a que nos referimos. En cuanto a la tercera y última parte, diremos
que viene a ser como una repetición o reexposición de la primera parte,
repetición que se efectúa, con ciertas modificaciones, sobre todo hacia
el final, el cual tiene un carácter mucho más conclusivo. Muy a menudo
este movimiento va precedido por una especie de introducción lenta.
Es lo que se observa en muchas sinfonías de Haydn y en algunas de las
de Mozart y Beethoven.
La variedad de estilos que ofrecen estos primeros movimientos
de sinfonía es prácticamente infinita. Pocas formas musicales hay como
ésta, tan ricas de expresión, tan variadas, tan interesantes en todo
sentido. El plan ternario sobre el cual está basada —exposición desarrollo,
reexposición—, es verdaderamente artístico. Equivale a la forma triangular,
tan armoniosa, que observamos en el frontón de los antiguos templos
griegos. Sólo que, mientras en las obras arquitectónicas la belleza
se manifiesta en el espacio, de una manera plástica, inmutable, en la
música dicha manifestación se realiza en el tiempo, a medida que éste
va transcurriendo.
La forma de este movimiento que hemos explicado, no aparece
tan sólo en la sinfonía. Este mismo tipo de allegro lo vemos figurar
también, como primer movimiento, en las sonatas para piano, en los tríos,
cuartetos y conciertos para diversos instrumentos, esto es, en todas
aquellas obras que constan, como las sinfonías, de varios movimientos,
y cuyo plan general es más o menos semejante al de éstas.
En las sinfonías de Haydn, el allegro o primer movimiento
adquiere —por obra de este compositor— una elocuencia extraordinaria.
En la orquesta que emplea, los distintos temas pasan constantemente
de unos a otros instrumentos; se entremezclan, se fragmentan, se transforman,
en una palabra, adquieren vida intensa. Es este dinamismo musical lo
que constituye precisamente uno de los caracteres más típicos de esa
categoría especial de música llamada sinfónica. Las personas que no
están familiarizadas con dicha música, se encuentran al principio como
desorientadas cuando tratan de seguir el hilo de la composición. No
oyendo con claridad los distintos temas, les parece todo confuso, enrevesado.
Es natural que así sea: la alta música hay que aprender a escucharla.
Con un poco de atención y buena voluntad, se puede llegar a adquirir
cierta educación del oído, lo suficiente como para seguir con interés
y con verdadero placer, cualquier obra sinfónica de los grandes maestros.
Ya que hemos mencionado a Haydn, empecemos por oír el primer
movimiento de una de sus numerosas sinfonías, la de El Reloj,
por ejemplo, que es una de las composiciones más célebres de dicho autor.
Ese primer movimiento lleva el nombre de presto, lo cual
quiere decir que se trata de un alegro muy rápido. Comienza con una
introducción lenta —adagio— tras la cual se inicia el presto, con su
forma característica en tres partes o segmentos, de acuerdo con el plan
ternario del que hablamos anteriormente.

Franz Joseph Haydn, compositor austríaco
(Rohrau, 1732 - Viena, 1809)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Primer movimiento de la Sinfonía Nº 101, "El
Reloj", en re mayor, de Franz Joseph Haydn.
Como un contraste interesante, podemos oír en seguida el
minuet o tercer movimiento de esta misma sinfonía. Podrá así apreciarse
la diferencia tan grande que existe, por lo que concierne a estructura
y carácter expresivo, entre un alegro inicial y un minuet de sinfonía.
El primero es, como dijimos, dinámico y está hecho con temas rítmicos
y melódicos que dialogan y se entremezclan casi constantemente; el minuet,
en cambio, tiene una música fluida, elegante, transparente y un ritmo
siempre pausado, como conviene a un aire de danza.

Franz Joseph Haydn, compositor austríaco
(Rohrau, 1732 - Viena, 1809)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Minuet de la Sinfonía Nº 101, "El Reloj", en
re mayor, de Franz Joseph Haydn.
Enorme fue la influencia que ejercieron las sinfonías de
Haydn sobre todos los compositores posteriores. No fue Haydn, sin embargo,
el único músico de su tiempo que supo tratar con tanta perfección este
alto género de composición musical. Mozart, su contemporáneo, compuso
también numerosas sinfonías de insuperable valor artístico. Estas, como
todas las creaciones de aquel genio inimitable, son de una inspiración
y de una musicalidad verdaderamente sublimes. En los últimos años de
su vida, compuso Mozart tres sinfonías, todas de un estilo muy personal
y de una belleza poco común. De estas tres grandes obras, hemos escogido
como ejemplo el primer movimiento de la Sinfonía N° 40, en Sol menor.
Ha sido considerado siempre este movimiento como uno de
los más hermosos allegros de sinfonía que se hayan escrito. Comienza
bruscamente, sin la introducción lenta que precede a veces a este primer
movimiento. Sus dos temas principales contrastan fuertemente entre sí:
el primero, en modo menor, tiene cierto carácter melancólico, cierta
gracia nostálgica, típicamente mozartiana, el segundo en modo mayor
es, en cambio, de una expresión viril; es un tema afirmativo. Toda esta
primera parte o exposición se repite íntegramente antes de dar comienzo
al desarrollo, el cual es verdaderamente espléndido y muy dramático.
Concluido éste, reaparece, como de costumbre, la primera parte, pero
esta vez con numerosas modificaciones y nuevos pasajes.

Wolfgang Amadeus Mozart, compositor austríaco
(Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Primer movimiento de la Sinfonía en Sol menor
N° 40. Mozart.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |