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Historia de la Música

Juan Bautista Plaza

XII

LA MÚSICA INSTRUMENTAL EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

La música para laúd
La música para órgano
La Fuga y su desarrollo histórico

La música para laúd

La música instrumental pura tardó más en desarrollarse que la vocal, lo cual fue debido, entre otras razones, a la pobreza sonora e imperfección de los instrumentos. Las primeras manifestaciones de música instrumental consistieron por lo general en aires de danzas o en transcripciones para laúd, órgano, clave o conjunto de instrumentos diversos, de piezas vocales polifónicas de género religioso o profano. Más tarde comenzaron a escribirse directamente para los instrumentos citados, piezas de estilo polifónico más libre, y así, poco a poco fueron naciendo las primeras formas de música instrumental, a la vez que se fueron precisando las características propias del nuevo género.

El laúd fue el instrumento más importante de los siglos XV y XVI y el que mayormente contribuyó al desarrollo de las nuevas formas instrumentales. Este instrumento, compuesto de 11 cuerdas (5 dobles y una sencilla) es de proveniencia árabe-persa, y lo más probable es que haya sido introducido en Europa a través de España, en tiempos de la dominación morisca. (La palabra laúd deriva del vocablo árabe Al’Ud). Del laúd y sus congéneres, tales como la tiorba y el archilaúd, han derivado la mandolina y demás instrumentos de cuerdas pulsadas que se tocan con plectro o uña. Durante tres siglos por lo menos estuvo muy en boga el laúd; fue el instrumento favorito de la aristocracia y el más adecuado para la ejecución de la música cortesana y galante.

En España, vemos aparecer desde muy temprano la vihuela perteneciente a la misma familia del laúd, pero con tapa posterior plana, como la de la guitarra. Era también instrumento aristocrático. Durante el siglo XVI alcanza su máximo grado de esplendor la escuela de vihuelistas españoles. A través de las obras de estos refinados músicos, puede seguirse en gran parte la evolución del nuevo estilo armónico que surgió en Europa en oposición al estilo contrapuntístico de los siglos anteriores. En muchas de esas obras pueden hallarse los orígenes de las formas de la música instrumental pura, así como los de la monodía acompañada que debía conducir al drama musical.

La obra para vihuela más antigua que se conserva es el libro de música titulado El Maestro (1536), por el músico y tratadista valenciano Don Luis Milán. En el se hallan elegantemente transcritas numerosas piezas de fines del siglo XV o principios del XVI. Muchos otros tratados y libros de cifra (con los que se enseñaba a ejecutar el instrumento por medio de la tablatura o notación cifrada) siguieron al de Milán. Entre éstos merecen citarse los de Luis de Narváez, Alfonso Mudarra, Enrique de Valderrabano, Diego Pisador, Miguel de Fuenllana y Esteban Daza. Las piezas de todos estos maestros vihuelistas tienen un estilo instrumental muy característico y constituyen un repertorio de alto valor musical y folklórico.

En cuanto a la guitarra, el típico instrumento del pueblo español, no comienza a perfeccionar su técnica y a introducir en su repertorio obras de categoría artística más elevada, sino a partir del siglo XVII. Llegó a adquirir la guitarra tanto auge en lo sucesivo, que terminó por destronar a la vihuela.

En Italia el más notable compositor y tañedor de laúd fue Francesco Da Milano, tiene Fantasías para laúd y gran número de transcripciones de obras vocales para el mismo instrumento.

En Francia la música para laúd tuvo un refinamiento especial. Dicho instrumento se usaba sobre todo para la ejecución de aires de danza. La agrupación de estos aires en pequeñas series de dos o más piezas, terminó por constituir la suite cuyo ulterior desarrollo es de la mayor importancia en la historia de música instrumental.

La música para órgano

El órgano fue inventado por Ctesibios de Alejandría, unos 170 antes de Cristo. Uno de los primeros que se importó a Europa, en la Edad Media, fue el que le regaló el emperador bizantino Constantino Coprónimo a Pepino el Breve. Al principio se denominó este instrumento órgano hidráulico, debido a que su funcionamiento requería el empleo del agua como factor mecánico. Tuvo una gran difusión en la Roma Imperial, como instrumento palaciego, aunque no se conoce el uso que de él hacían quienes lo ejecutaban. Los romanos le daban el nombre de Hydraulis. Los primeros órganos medievales construidos en Europa, ya no utilizaban el primitivo mecanismo hidráulico; eran de distintos tipos y tamaños, y aún los más grandes tenían un teclado de reducidas proporciones, el cual era muy duro de tocar. El instrumento aumentaba en sonoridad y en recursos a medida que su mecanismo se fue complicando y perfeccionando, hoy día el órgano ha llegado a ser “El rey de los instrumentos” -así se suele denominar- ya que no existe otro que pueda comparársele en riqueza de sonoridad ni en variedad de medios expresivos.

Los compositores más antiguos de música para órgano son Francesco Landino en Italia y Conrado Paumann en Alemania. Este último vivió a mediados del siglo XV y es autor del más antiguo tratado que se conoce sobre composición instrumental: Fundamentum Organisandi. Paumann y los compositores de esa primera escuela alemana tienen un estilo muy ornamental; en su música se advierten las primeras manifestaciones del virtuosismo instrumental.

Otros de los organistas más antiguos e importantes en la historia del instrumento en su primera etapa es Antonio de Cabezón (1510?-1566), español, ciego de nacimiento. Es un autor muy moderno para su época, como lo revelan sus Tientos y Diferencias (equivalente en España a los ricercari y variazoni italianas) que figuran en sus Obras de música para tecla, harpa y vihuela, publicadas después de su muerte. Son piezas de esmerada elaboración contrapuntística, en las que ya pueden verse los primeros esbozos de la fuga y de la variación.

Empero, fue en Venecia donde comenzó a desarrollarse ampliamente la técnica organística y a crearse nuevas formas propias del instrumento, tales como el ricercare,  la fantasía, la canzona, la toccata, el capriccio y la partita. Estas influenciaron en la sonata de cámara, integrada principalmente por aires de danza, y a la sonata de iglesia (da chiesa), de estilo polifónico como el motete, del cual proviene en gran parte. Los más célebres organistas del siglo XVI en Venecia, creadores y cultivadores de estas formas, fueron: Adriano Willaert, los dos Gabrieli (Andrea y Giovanni) y Claudio Meruso. Giovanni Cabrieli es autor del Ricercare para órgano más antiguo que se conoce.

En el siglo XVII descuella por sobre todos la figura del gran maestro ferrarese Girolamo Frescobaldi (1583-1643), cuya fama de compositor y organista se extendió por toda Europa. Frescobaldi pasó gran parte de su vida como organista de la Catedral de San Pedro en Roma. Uno de sus más importantes discípulos fue Froberger, importante antecesor directo de Johann Sebastian Bach. La pureza del estilo, el arte de desarrollar un tema, el atrevimiento de la armonía, la originalidad de la inspiración, son las principales características del estilo de Frescobaldi. Fue él uno de los creadores de la fuga y su influencia se extiende hasta Bach. Su obra más importante para órgano lleva el título de Fiori musicali, colección de piezas de hondo misticismo y de formas muy variadas.

En la segunda mitad del siglo XVII, el más ilustre organista italiano fue Bernardo Pasquini, maestro en el contrapunto y gran melodista.

En Inglaterra, durante los siglos XVI y XVII, brilló también una pléyade de excelentes organistas, entre los que se destacan: Orlando Gibbons, Tomás Morley, John Bull y William Byrd. Estos fueron también grandes virginalistas y compositores de madrigales.

En los Países Bajos la escuela de órgano tuvo un eminente representante en la persona de Jan Pieferszoon Sweelinck (1562- 1621), quien fuera discípulo de Zarlino en Italia y más tarde organista en Ámsterdam. En sus obras se funden el estilo y construcción italianos con el arte de los virginalistas ingleses. Se le considera como el principal creador de la fuga para órgano. De su escuela salieron notables discípulos holandeses y alemanes.

En Alemania, durante el siglo XVII, las escuelas del Sur sufrieron mucho la influencia de Frescobaldi y demás organistas italianos. Máximos representantes de esta escuela fueron: Johann Jakob Froberger (1616-1667), discípulo de Frescobaldi, a quien se debe el haber introducido el principio de la variación en la Suite para clave, y Johann Pachelbel (1653-1706), quien desarrolló notablemente la forma del coral y cuya música tuvo mucha influencia sobre las composiciones de la primera manera de Bach. En las escuelas alemanas del Norte, los dos más grandes organistas predecesores de Bach, fueron: Samuel Scheldt (1587- 1634), discípulo de Sweelinck, cuyos corales son muy libres y llenos de fantasía, y Dietrich Buxtehude (1637-1707), el más original de todos y de una técnica muy compleja y avanzada. Fueron célebres las sesiones de música que daba Buxtehude en la iglesia de Lübeck. Johann Sebastian Bach, de quien Buxtehude puede considerarse precursor, fue a pie hasta dicha ciudad, en su juventud, sólo por oírle tocar.

En Francia no existieron, en el siglo XVI, formas especiales de música organística. Pero en el siglo siguiente surge una importante escuela de organistas, de la que puede considerarse precursor a Jean Titelouze, organista en Rouen, autor de hermosos himnos sobre temas gregorianos, de estilo noble y severo. Otros ilustres organistas franceses de ésta época fueron: Nicolás Le Legue, organista de Luis XIV y maestro de Lully, y Nicolás De Grigny, en quien se conjugan la elegancia francesa y las técnicas alemana e italiana. Es característico de los organistas franceses la forma original como casi todos ellos emplean los registros del instrumento, preocupándose, no tanto por el aspecto formal de las obras como por hacer destacar el valor expresivo o el colorido de tal o cual registro en particular.

La Fuga y su desarrollo histórico

De todos los géneros musicales que fueron tratados por los organistas desde fines del siglo XVI, ninguno alcanzó tanta perfección de forma ni tan amplio desarrollo cómo la fuga. A ésta se la puede considerar como la más antigua forma instrumental que, a través del ricercare, procede del motete. Dicho desarrollo se verifica simultáneamente en todas las naciones europeas que poseen cierta cultura musical, tales como Italia, Alemania, Países Bajos, Francia y España

La palabra fuga, que significa “huida”, se encuentra ya empleada por Johannes de Muris desde el siglo XIV, quien la usa en el mismo sentido que la palabra caccia, para designar una composición en forma de canon. Más tarde, el término fuga se aplica a las composiciones vocales escritas en imitaciones libres, aunque también los cánones estrictos siguen llamándose fugas. En el siglo XVI aparece una nueva forma instrumental, el ricercare, pieza de forma libre, imitada del motete pólifónico vocal. Al principio, el ricercare constaba de varios temas sucesivos, mas, a partir del siglo XVII se empezó a usar un solo tema para toda la composición, llegando así esta forma a constituir el verdadero embrión de la fuga. Durante dicho siglo, la fuga se desarrolla notablemente, hasta llegar, a mediados del siglo XVIII, a alcanzar su máxima perfección por obra de Johann Sebastian Bach. Posteriormente, debido a la aparición de la forma sonata (de tipo moderno, en la segunda mitad del siglo XVIII), de la fuga pierde mucho la vitalidad y llega a convertirse en un mero ejercicio escolástico. Beethoven, César Franck y algunos otros compositores modernos logran, no obstante, infundirle nueva vida.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
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