XXVI
HÉCTOR BERLIOZ
Su
vida
Su
obra
Sinfonías
programáticas
Óperas
Música
religiosa
Lieder
Características
generales e influencia de la obra de Berlioz
Su vida
Héctor Berlioz nació en Cote-Sain-André (Departamento
del Isere, Francia) en 1803; murió en París en 1869. Ni en su familia
ni en el ambiente provinciano donde transcurrió su primera juventud,
halló quien le estimulara para seguir su vocación musical. Su padre,
médico, lo envió a la Universidad de París para que estudiase medicina.
Berlioz contaba entonces 19 años de edad, pero pronto abandonó dichos
estudios y entró al Conservatorio, donde tuvo por maestro a Lesueur,
compositor mediocre, pero lleno de imaginación y a cuya influencia se
debió la orientación de Berlioz hacia la música descriptiva y la sinfonía
programática. De temperamento netamente romántico, Berlioz se dio a
componer obras inspiradas en sus propias pasiones; de estas obras, la
más notable y una de las más importantes de toda su producción fue la Sinfonía Fantástica, que él
tituló “Episodio de la vida de un artista”, estrenada en el Conservatorio
en 1830. En ese mismo año obtuvo Berlioz el Gran Premio de Roma con
su cantata Sardanápalo. Después
de pasar 18 meses en Roma, desde donde envió la obertura del Rey Lear y el poema sinfónico Lelio ó el Retorno a la vida, regresó a
París. A partir de entonces comienza para el compositor un período de
luchas y calamidades. Sus nuevas obras, que siguen siendo un fiel reflejo
de su temperamento ardiente y combativo, son mal recibidas por la crítica
y pasan casi inadvertidas para el público. Por otra parte, su actitud
como crítico de algunas revistas y periódicos, contribuye poderosamente
a aislarlo de su ambiente, ya que en sus escritos se muestra generalmente
mordaz y de una intransigencia absoluta contra todos aquellos que no
fueran partidarios de sus teorías estéticas. Sus obras, sin embargo,
pertenecientes a ese período, son las más originales y características
de su genio romántico. Estas son: Harold en Italia, Requiem, Benvenuto Cellini, Romeo y Julieta, La Condenación de Fausto.
A
partir de 1843, sintiéndose enfermo y decepcionado, Berlioz se fue a
viajar por Alemania, Austria y Rusia, en cuyas principales ciudades
dio a conocer con éxito sus obras. Schumann y Liszt se mostraron favorables
a su música; el primero la defendió por medio de sus escritos; el segundo,
incluyéndola en los programas de conciertos dirigidos por el propio
Liszt. Después de estos triunfos alcanzados fuera de su patria, Berlioz
regresó a París, donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 1869,
no sin antes haber producido nuevas obras importantes entre las que
descuellan el oratorio La infancia de Cristo, la ópera cómica Beatrice et Benedict y el poema lírico
teatral Los Troyanos. Los
últimos años de Berlioz fueron los más amargos de su agitada vida: había
enviudado dos veces y perdido a su hijo y todos sus parientes cercanos;
se veía desamparado, incomprendido, sin ilusiones, sin fe en su arte.
Fue después de su muerte cuando comenzó su verdadera fama, tanto en
Francia como en los demás países. Por los rasgos típicos de su carácter,
por los extraños episodios sentimentales que se suceden a lo largo de
su vida y por la influencia de los mismos sobre su música, la existencia
de Berlioz debe ser considerada como una de las más típicamente románticas
del siglo XIX.
Su obra
La obra musical de Berlioz comprende los grupos siguientes:
1º Sinfonías Programáticas; 2º Óperas; 3º Música religiosa, 4º Lieder.
Sinfonías programáticas
La noción del poema sinfónico deriva de la concepción
romántica. Puede hallarse su más inmediato origen en las oberturas de
Beethoven (Coriolano, Egmont, etc.), en las cuales la forma sonata
se pliega al programa de una acción dramática. También en las últimas
sinfonías y sonatas del propio Beethoven, puede hallarse el principio
de esta forma musical. Pero fue Berlioz quien dio el primer paso hacia
la transformación de la sinfonía, la que termina en manos de Liszt,
por convertirse en una nueva forma musical: el poema sinfónico. La Sinfonía
Fantástica solo conserva de la sinfonía clásica el título y las
grandes divisiones, ya que, por su contenido rompe abiertamente con
los principios de la música pura. Gracias a la importancia que adquiere
el color orquestal, el elemento descriptivo y pintoresco se desarrolla
considerablemente con el propósito de lograr una pintura material de
la naturaleza o de la acción.
En
la Sinfonía Fantástica, estrenada en 1831, el autor tomó como tema inspirador
su exaltada pasión por la actriz inglesa Harriet Smithson con quien
terminó por casarse años más tarde. La música se ciñe estrictamente
a comentar los dramáticos o líricos episodios que le fueron sugeridos
a Berlioz por su ardiente imaginación. En el “programa” figuran, entre
otros cuadros o episodios, un baile, una escena campestre, una marcha
al cadalso, el sueño de una noche de Aquelarre... (donde en un ambiente
tétrico aparece el tema del Dies irae gregoriano), etc. Lo más significativo
de esta sinfonía es el uso que hace Berlioz de un tema melódico característico
al que denomina “idea fija” y del cual se vale para personificar a la
protagonista, tema que aparece a través de toda la obra con numerosas
modificaciones, de acuerdo con la situación, que se quiere describir.
Semejante innovación coloca a Berlioz como un precursor del leit-motiv wagneriano, si bien su “idea fija” musical tiene un sentido
y una manera de desarrollarse muy diferente.
La Sinfonía Fantástica tiene
una especie de complemento en otra obra que, según el mismo Berlioz,
debe ser escuchada inmediatamente después de aquella. Se titula Lelio
o el Retorno a la Vida, y es tan romántica como la propia Sinfonía Fantástica. En realidad es de mucha menor importancia.
Las
demás sinfonías programáticas de Berlioz son: Harold en Italia, fantasía dramática para orquesta y viola principal,
que consta de varios cuadros llenos de colorido en los que el compositor
evoca sus impresiones de Italia; Romeo
y Julieta, sinfonía dramática con coros, obra muy original, llena
de sentimiento y poesía a la vez que de hallazgos geniales, es una de
sus obras maestras. La leyenda dramática titulada La
Condenación de Fausto, adaptada posteriormente a la escena, es tal
vez la obra más popular de Berlioz. Basada en la obra famosa de Goethe,
esta partitura encierra numerosos pasajes de primer orden, junto a trozos
en los que se revela el espíritu caprichoso del autor. Sobresale en
ella la riqueza del colorido orquestal y la originalidad de su estructura
armónica y melódica. En realidad, La condenación de Fausto no pertenece al
género de la sinfonía programática ni tampoco al de la ópera, participa
más bien del género del oratorio o de la cantata profana. Berlioz la
denomina “Leyenda dramática”.
Las
oberturas de Berlioz pueden considerarse también como pertenecientes
hasta cierto punto a la categoría de música programática, aún cuando
la música se ciñe en ellas menos estrictamente a un determinado programa.
Entre dichas oberturas se cuentan: la de Waverley;
la de los Francs Juges, estrenada
en 1828; la del Rey Lear,
inspirada en el drama homónimo de Shakespeare; la del Carnaval
Romano, que no es más que una segunda obertura que escribió Berlioz
para su ópera Benvenuto Cellini,
esta obertura es una de sus obras más ricas en colorido orquestal; por
último, la obertura del Corsario.
Óperas
Berlioz tenía un espíritu demasiado desordenado como
para someterse a las duras exigencias del género teatral. Por ello,
no escribió más que dos óperas serias y una cómica, de las que puede
decirse que nunca han llegado a tener verdadero éxito. La primera data
de 1838 y se titula Benvenuto Cellini. Escrita sobre un libreto
poco teatral, esta ópera se presenta “mal construida, sin acción, incoherente
y desprovista de interés” (Cambarieu) a pesar de que contiene páginas
de gran valor musical. Fracasó lamentablemente el día de su estreno. Los Troyanos, la segunda ópera seria de
Berlioz, lleva el subtítulo de “Poema Lírico en dos partes”. 1ª parte:
la toma de Troya; 2ª parte: Los Troyanos en Cartago, en tres y cinco
actos respectivamente, más un Prólogo, el libreto del propio Berlioz,
está inspirado en dos cantos de la Eneida.
Es una composición de vastas proporciones, análoga en cierto modo a
la Tetralogía de Wagner. Berlioz, inspirándose en Gluck y en Spontini,
buscó en ella con sinceridad la belleza pura de la forma plástica, tal
como se la encuentra en los versos de Virgilio. Pero esto solo fue logrado
a medias, en ciertos pasajes verdaderamente admirables de dicha obra.
Por lo demás, sus grandes proporciones y las dificultades que ofrece
para montarla en escena, han hecho prácticamente imposible sus representaciones.
Estrenada sin gran éxito en París, en 1863, ha pasado a la posteridad
como una gran obra maestra trunca. Un crítico la ha llamado “La ópera
nacional de los pueblos latinos”. Beatrice et Bénedict, ópera cómica en dos actos, basada en una comedia
de Shakespeare, data de 1862. Es una obra de imaginación sosegada, pero
llena de caprichos.
Música religiosa
Comprende la Misa
de Requiem, el Te Deum y el oratorio La infancia de Cristo.
En el Requiem Berlioz comenta
el texto litúrgico con una forma sumamente dramática. Emplea una orquesta
efectista en la que abundan los cobres y los instrumentos de percusión.
Es una de las obras en que mejor puede apreciarse su temperamento dramático.
Por ningún respecto puede considerarse como obra litúrgica, ya que el
empeño en lograr efectos aparatosos es lo que predomina en la misa.
El Te Deum, para tres coros, orquesta y órgano, es también de proporciones
colosales, como para impresionar a las multitudes; con todo, es de menor
importancia que el Requiem.
El oratorio La infancia de Cristo,
consta de dos partes, el Canto de los Pastores y la Huida a Egipto.
Es de proporciones modestas y está escrito a la manera de los antiguos
oratorios. Tiene el carácter de una deliciosa pastoral bíblica, por
el uso que en ella Berlioz hace de los modos gregorianos. Esta obra,
por su carácter sencillo y su serena belleza, contrasta con el resto
de la producción del compositor.
Lieder
Es lo menos importante de la producción de Berlioz.
El más célebre de ellos es una tierna melodía titulada La Cautiva.
Características generales e influencia
de la obra de Berlioz
Berlioz
es el primer compositor francés en cuya música se deja sentir la profunda
influencia del romanticismo y en particular, la influencia de Weber.
Esto se observa sobre todo en el carácter poético, descriptivo y sinfónico
de su música. Con ella queda inaugurado el arte francés contemporáneo.
La característica esencial de la música de Berlioz estriba en que ésta
no es música pura; incluso en sus obras sinfónicas el compositor es
siempre teatral. Desconoce casi por completo el verdadero desarrollo
sinfónico, a la manera de Mozart o Beethoven. Su inspiración reviste
casi siempre aspecto dramático. Sobresale como melodista y aún más como
orquestador. En este último campo puede considerársele como el padre
de la orquestación moderna. Su Tratado de Instrumentación es una obra
clásica que no ha perdido su actualidad. Su mayor mérito como compositor
radica en haber creado la forma libre y expresiva de la sinfonía programática,
antecesora del poema sinfónico. Combatió en pro de un ideal artístico
más elevado, reaccionando contra la música fácil y ligera de Rossini,
tan aclamada en su época. Empero, se le han señalado muchos defectos
a sus obras: contradicciones, falta de unidad, de construcción, de técnica,
ya que Berlioz, guiado siempre por sus pasiones, escribía al azar de
las circunstancias y del sentimiento presente. Fue un gran genio, pero
desigual, incompleto. Su influencia como orquestador fue grande. La
escuela rusa, sobre todo, le debe mucho en este sentido. Mucho influyó
también sobre Liszt, Saint-Saëns y en general sobre todos los compositores
del siglo XIX que compusieron música programática. Wagner, por último,
al emplear el Ieit-rnotiv en sus dramas musicales, no hizo más que ampliar y sistematizar
el procedimiento de la “idea fija” ya usado por Berlioz en su Sinfonía Fantástica y en su obra Harold en Italia.
Notas del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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