XIII
LA MÚSICA PARA CLAVE E INSTRUMENTOS CONGÉNERES
La
música para clave e instrumentos congéneres
Los
virginalistas ingleses
Los
clavecinistas franceses
Domenico
Scarlatti y los grandes clavecinistas italianos
La
música para violín
Corelli
y los grandes violinistas italianos
La música para clave
e instrumentos congéneres
El clavecino, clavecín o simplemente “clave”, proviene de una serie
de modificaciones que sufrieron algunos instrumentos de cuerda de antiguo
origen, tales como el salterio, el arpa, etc. La aplicación a estos
instrumentos de un teclado semejante al del órgano, así como la adaptación
de un mecanismo especial que permita poner en vibración las cuerdas
al golpear las teclas de dicho teclado constituyen el principio en que
se basa la construcción del clave y demás instrumentos análogos, incluso
el piano. El echiquier, que apareció en el siglo XIV, fue uno de los
primeros instrumentos de cuerda provistos de teclado. Poco después aparecieron
el clavicordio, el clave, (clavecin, en francés; clavicembalo o simplemente
cembalo, en italiano), la espineta y el virginal. El clavicordio se
diferencia del clave en que su tamaño es de reducidas proporciones y
también en que las cuerdas, en lugar de ser pellizcadas por medio de
plumas o púas, como en el clave, son golpeadas por martinetes. La espineta
y el virginal (este último usado principalmente en Inglaterra), son
más bien del tipo del clave, pero pequeños, portátiles. En cuanto al
pianoforte moderno, inventado a principios del siglo XVIII por Bartolomé
Christofori, proviene de los instrumentos anteriormente descritos, pues
tiene del clave la gran extensión de su registro y el empleo de varias
cuerdas para cada nota, y del clavicordio, la manera de herir las cuerdas
por medio de martinetes que las golpean, más un dispositivo mecánico
especial que permite la mayor o menor resonancia de las cuerdas y los
contrastes de fuerte y piano (de donde deriva su nombre, italiano; de
piano-forte o simplemente piano, en castellano).
Los virginalistas ingleses
Fue en Inglaterra donde apareció la primera escuela
importante de clavecinistas, con estilo propio. En las producciones
de esta escuela se nota mucho la influencia del laúd. Como instrumento
predilecto de los clavecinistas ingleses era el virginal, estos se denominan
virginalistas. Esta escuela llegó a su apogeo durante el reinado de
Isabel I (1158-1603), quien le dio mucho impulso a la música en su país
y cuyo instrumento favorito era el virginal. El género principal cultivado
por los virginalistas ingleses fue el aire de danza y la variación.
Muchas de sus obras son graciosos cuadritos de género, escenas pintorescas
o piezas de carácter imitativo. Quien mejor supo tratar todos estos
géneros fue William Byrd (1542-1623), el más conspicuo representante
de esta escuela a principios del siglo XVII. Fueron también virginalistas
notables de la época, John Bull, Orlando Gibbons y Tomás Morley. En
la segunda mitad del siglo XVII la música para virginal se enriquece
con nuevos géneros, tales como la suite, tratada magistralmente sobre
todo por Henry Purcell (1658-1695), el más insigne de los compositores
que ha tenido Inglaterra.
Los clavecinistas franceses
En Francia la Corte adoptó el clave como su instrumento
predilecto durante los reinados de Luis XIV y Luis XV. Desde mediados
del siglo XVI surgen numerosos clavecinistas que crearon una notable
escuela en este país, cuyo desarrollo puede seguirse hasta mediados
del siglo XVIII. Las obras de estos compositores aparecen casi siempre
recargadas de adornos, floreos, trinos y demás “agrèments” muy propios
del gusto de la época. La elegancia frívola y el refinamiento en los
medios de expresión es lo que predomina en esta música. La suite fue
el género más cultivado por los clavecinistas franceses. En su forma
tradicional quedo constituida la suite por los cuatro aires de danza
siguientes: alemana (allemande), corriente o corranda (couranta), sarabanda
y giga. estos movimientos alternan a veces con preludios, aires, cuadros
pintorescos y hasta retratos graciosos de personajes de la época y composiciones
en estilo imitativo.
El
fundador de la escuela de clavecinistas franceses fue Champion de Chambonnieres,
clavecinista de cámara del rey Luis XIV. Fue este compositor quien introdujo
la costumbre de escribir en serie, para el clave los cuatro aires de
danza anteriormente mencionados. Después de este autor; el más notable
de los clavecinistas franceses fue Francois Couperin (1668- 1733), llamado
“Couperin el Grande”. Descendiente de una ilustre familia de músicos,
fue también músico de cámara de Luis XIV; sus obras constituyen verdaderos
modelos del estilo francés, refinado y galante, de aquella época. Publicó
cuatro libros de piezas para clave, cada uno de los cuales encierra
varios “ordres” (órdenes), las que no vienen a ser sino suites compuestas
de muchas piezas escritas en una misma tonalidad o en tonalidades vecinas.
Uno de estos “ordres” contiene hasta 23 piezas. Por lo general dichas
piezas conservan el carácter de aires de danza, a pesar de que casi
todas ellas llevan títulos especiales, ya fantásticos, ya caprichosos,
tales como la tenebrosa, los chinos, el tic-toc, las mariposas,
etc. Coupcrin emplea con demasiada frecuencia los “agrements” (ornamentos
melódicos), no sólo porque eran del gusto de la época sino también porque
mediante estos artificios se lograba disimular en parte la pobreza sonora
del clavecín, cuyas notas no era posible prolongar como en el piano.
Otros
célebres clavecinistas franceses fueron: Louis-Nicolas Clérambault,
Louis Claud Daquin, Nicolas Antoine le Begue, Jean de Rond D’Alembert
y Jean Francois Dandrieu. En el siglo XVIII descuella por sobre todos
sus contemporáneos Jean-Phillippe Rameau cuya obra es considerada en
un capítulo aparte.
Domenico Scarlatti y
los grandes clavecinistas italianos
En Italia el más grande representante de la música para clave en el
siglo XVIII fue Domenico Scarlatti (1685-1757). Hijo de Alessandro Scarlatti,
nació en Nápoles y realizó numerosos viajes por Europa. Finalmente se
radicó en Madrid, donde permaneció muchos años como maestro de clave
al servicio de la Princesa de Asturias. Grande fue su fama como ejecutante
y compositor. Escribió más de 500 sonatas para clave, que él de nomina
a veces “essercizi” (ejercicios), obras en las que se observa la mayor
perfección de forma, aunada a una técnica pianística nueva y atrevida
para la época. Por la originalidad de la inspiración y la gran variedad
de estilos que encierran esas obras, representan ellas una de las más
hermosas realizaciones de la música instrumental en el siglo XVIII.
Dichas sonatas son de forma binaria y nunca aparecen agrupadas en serie
como las piezas de la suite, sino que constituyen piezas sueltas, a
manera de pequeños poemas vivos, graciosos, o bien delicadamente sentimentales.
Es de admirar particularmente en todas estas obras la riqueza rítmica
que encierran, así como la influencia de la música popular española
que en muchas de ellas se manifiesta en forma original y pintoresca.
Uno de los mayores méritos de Scarlatti es ser un precursor de la sonata
clásico-vienesa, que habrá de desarrollarse en la segunda mitad del
siglo XVIII.
Otros clavecinistas italianos que merecen ser citados
especialmente, son: Domenico Zipoli, Giovanni Benedetto Platti, Francesco
Durante, Benedetto Marcello, Giovanni Marco Rutini, Nicola Porpora y
Baldassare Galuppi.
Las
magníficas obras que produjeron todos estos compositores se cuentan
entre lo mejor que existe en el repertorio de la música para clave.
La música para violín
El antepasado
inmediato del violín fue la viola, instrumento usado desde la época
del Renacimiento y el cual, a su vez, era un perfeccionamiento del rebec
y de la viela, de origen medieval y tal vez de proveniencia oriental.
El origen remoto de los instrumentos de arco es una cuestión que permanece
todavía bastante obscura.
La
aparición del violín a mediados del siglo XVI constituye uno de los
acontecimientos más importantes de la historia musical. En Italia, el
primero en construir violines de tipo moderno fue Gaspar da Salo, y
en Alemania, Tiefenbrucker. Pero el perfeccionamiento definitivo del
instrumento fue obra de las grandes familias de violeros italianos,
Amati, Guarnieri y, sobre todo, Antonio Stradivarius, cuyos violines
son reputados como un tesoro valiosísimo.
Corelli y los grandes
violinistas italianos
Los primeros violinistas y compositores de obras para violín fueron
Fontana y Marini en Italia, pertenecientes a las escuela veneciana,
en la primera mitad del siglo XVII. En la segunda mitad de ese mismo
siglo, la escuela más importante fue la de Bolonia, cuyos principales
representantes son: Vitali, Basani y Torelli. A éstos debe considerárseles
como los creadores de la forma sonata de tipo primitivo (sonata de cámara)
y a Torelli, en particular, como el creador del concerto grosso.
Pero
el verdadero genio del violín a finales del siglo XVII y principios
del XVIII fue Arcangelo Corelli (1653-1713), llamado por sus contemporáneos
el príncipe de los violinistas. Después de haber viajado por Alemania,
Corelli se estableció en Roma, donde formó la famosa escuela romana
del violín. No sólo fue este artista un gran ejecutante pedagogo sino
también un compositor de primer orden. Escribió cerca de 60 sonatas
las cuales constan, por lo general, de tres movimientos. De éstos, el
primero y el tercero, más rápidos, están en un mismo tono, en tanto
que el movimiento central, Largo o Adagio, es una reminiscencia del
aria grave de la antigua sonata de iglesia. Sus dos Sonatas para violín,
contenidas en el Libro V, ejercieron enorme influencia sobre los compositores
de la época. El estilo de Corelli es noble y muy expresivo; el compositor
cuida mucho la belleza de la forma. También fue Corelli un maestro en
el arte de la variación.
Después
de Coreili la figura más notable entre los violinistas italianos del
siglo XVIII fue Antonio Vivaldi (1680-1741), oriundo probablemente de
Venecia y fallecido en Viena. Debido al subido color rojizo de sus cabellos
se le apellidaba “Il prete rosso” (el cura rojo). Además de gran violinista
fue Vivaldi un insigne pedagogo y compositor de óperas y de música instrumental.
En este último aspecto debe ser él considerado como el más conspicuo
representante del concierto de violín italiano en su primer período,
al cual le dio su forma definitiva. Con sus Conciertos para uno y para
dos violines -de los cuales Bach arregló seis para clave-, Vivaldi adquirió
para la historia de este género musical una importancia sólo comparable
a las que tiene Corelli para la historia de la sonata. Se conservan
más de 400 conciertos de Vivaldi para diversas combinaciones instrumentales.
Una de sus obras más célebres es una colección de 12 conciertos para
4 violines, 2 violas, violoncello y bajo continuo que lleva el nombre
de L’Estro Armónico. Están
estructurados según el modelo de la sinfonía italiana en tres secciones
(rápido-lento-rápido). Vivaldi usa a menudo en su música un argumento
poético, como acontece, por ejemplo, en los cuatro notables conciertos
denominados Las Cuatro Estaciones. La influencia de este compositor ha sido grande,
tanto en su patria como fuera de ella.
Otros
notables violinistas del siglo XVIII son: Vitali, autor de magníficos Concerti grossi, algunos de los cuales
fueron transcritos también por Johann Sebastian Bach para órgano o clave;
Tartini, compositor fecundo y teórico afamado, autor de varias sonatas
y del célebre Trino del Diablo; Veracini, Locatelli,
Dall’Abaco, Legrenzi y muchos más.
El
arte de los violinistas italianos, con sus diferentes escuelas, se extendió
por toda Europa. Su influencia llega hasta la época de Johann Sebastian
Bach.
Notas del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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