XXV
FRANZ LISZT
Su
vida
Su
obra
Música
para piano
 Estudios
 Transcripciones
y Paráfrasis
 Obras
originales
Música
para orquesta
Obras
religiosas
Obras
vocales
Caracteres
e influencias de la obra de Liszt
Su vida. Franz Liszt nació en Raiding, cerca de Odemburgo (Hungría)
en 1811. Murió en Bayreuth (Alemania) en 1886. Fue un niño prodigio
de raro talento. A la edad de 9 años recibió de magnates húngaros una
pensión para completar su instrucción musical y se hizo alumno de Czerny
y de Salieri en Viena. En 1823 se trasladó a París. Como Cherubini rehusó
admitirlo en el Conservatorio, Liszt continuó por su cuenta perfeccionando
sus estudios de piano. Más tarde, Paer y Reicha le enseñaron composición.
Después de algunos viajes artísticos en los que alcanzó mucho éxito,
Liszt regresó a París y se estableció como maestro de música. Su primera
obra para teatro, una pequeña ópera muy mediocre, titulada Don
Sancho, fue estrenada en la Ópera cuando Liszt contaba apenas 14
años de edad, siendo dirigida por él mismo. Los conciertos dados por
el gran violinista Paganini en París (1813) le estimularon a perfeccionar
el nuevo aspecto de su técnica pianística que le permitió crear obras
de extraordinario virtuosismo. A la influencia ejercida por Paganini
hay que agregar la de Chopin con quien tuvo íntima amistad y cuya influencia
sobre Liszt fue muy diferente. La tercera influencia que se manifiesta
por esos mismos años fue la de Berlioz. La Sinfonía Fantástica de este autor contribuyó
particularmente a desarrollar en Liszt la idea de que la música es apta
para expresar o representar cosas o situaciones extra- musicales y para
parafrasear las ideas poéticas. El gran pianista húngaro se constituyó
pues, junto con Berlioz, en el más ardiente propugnador de la música
de programa.
Contemporáneamente,
también su vida de hombre entró en una nueva fase. Hasta entonces Liszt
había sido el ídolo de los salones y sus aventuras amorosas no pasaban
de ser un mero pasatiempo. No así sus relaciones con la Condesa de Agoult,
las que fueron para él de importancia. De su unión con esta inteligente
escritora, conocida con el seudónimo de Daniel Stern, tuvo tres hijos,
entre los que se cuenta Cósima, quien fue la esposa de Hans von Bülow
y más tarde, de Richard Wagner. En 1839 envió a París a la Condesa con
los niños, y en los años subsiguientes, hasta 1848, continuó Liszt su
carrera triunfal de pianista, recorriendo casi todos los países de Europa.
No había pianista que osara competir seriamente con él. A partir de
aquel año, Liszt se radicó en Weimar, donde asumió el cargo de Director
de la orquesta de la Corte, puesto que conservó hasta 1861. Por obra
suya, Weimar se transformó en un centro de gran importancia musical
y artística.
En
Weimar comienza una nueva época en la carrera musical de Liszt. Hasta
entonces había sido él exclusivamente pianista virtuoso y compositor
de obras para piano. A partir de su instalación en Weimar, Liszt abandona
ese género de actividades y se consagra a la doble tarea de componer
poemas sinfónicos y de divulgar, como director de orquesta, las obras
sinfónicas más notables de sus contemporáneos. De 1861 a 1870, Liszt
le imprime un nuevo rumbo a su vida. Sintiéndose atraído por el misticismo,
se instala en Roma, toma órdenes menores y se hace abate e incluso obtiene
una canonjía. Los años restantes de su vida los pasó Liszt entre Roma,
Budapest y Weimar, siempre rodeado de numerosos discípulos a quienes
prodigaba con paternal solicitud sus enseñanzas. De este último período
de su vida data la composición de sus grandes oratorios y obras religiosas.
En 1886, habiendo ido a Bayreuth para asistir a las representaciones
de Parsifal y de Tristán e Isolda de Wagner, le sorprendió
la muerte.
Liszt
fue una de las figuras más destacadas del siglo XIX y una de las más
nobles que registra la historia musical. No sólo desplegó en todo momento
una actividad extraordinaria, sino que su carácter, cuyo rasgo principal
fue la generosidad, mereció el aprecio y la simpatía de todos sus contemporáneos.
Fue, particularmente, el amigo más desinteresado de Wagner. Siempre
se le vio dispuesto a combatir en pro del arte, ya con su palabra, ya
con sus escritos o con su acción individual.
Su obra. Liszt escribió más de 1.200 composiciones. El único
género que no abordó fue el del teatro. La variedad de su obra es tan
desconcertante como su vida. Comprende las siguientes categorías: a)
Música para piano; b) Música para orquesta; c) Obras religiosas; d)
Obras vocales.
Música para piano
1.- Estudios. Cuando Liszt
oyó por primera vez a Paganini, concibió la posibilidad de trasportar
al dominio del piano el extraordinario virtuosismo que había logrado
en su instrumento el gran violinista italiano. Así nacieron los Seis
Estudios según los caprichos de Paganini, publicados en 1838, entre
los que figura la célebre “Campanella”. Más importantes son los Doce grandes Estudios de ejecución trascendental, cuya versión definitiva
data de 1854. En estas obras puso Liszt toda su experiencia, legándole
a la posteridad los secretos de su genio. Por la audacia de su escritura
y sus nuevos efectos de sonoridad dichos estudios, a la vez que son
eminentemente musicales, representan una cumbre en la técnica pianística,
algo completamente nuevo que aun en nuestros días nadie acaso ha logrado
sobrepasar. Algunos de los estudios llevan títulos sugestivos, tales
como “Mazzepa”, “Fuegos fatuos”, “Armonías del crepúsculo”, etc.
2.- Transcripciones y Paráfrasis. Liszt dejó magnificas transcripciones
para piano de importantes obras instrumentales y vocales. En ellas se
aplicó a obtener de su instrumento efectos que reprodujesen lo mejor
posible los efectos de la orquesta o del órgano. Son particularmente
célebres sus transcripciones de seis Preludios
y Fugas para órgano de Bach, la de la Sinfonía
Fantástica de Berlioz y las de las nueve Sinfonías de Beethoven, obras que pueden considerarse de gran valor
desde el punto de vista de la sonoridad pianística. También transcribió
muchos lieder de Schubert y de Mendelssohn. En dichas transcripciones
Liszt se permite a veces algunas libertades para con las composiciones
originales, lo que le ha valido severas críticas. Las Paráfrasis y Fantasías brillantes son
piezas sumamente ornamentadas y llenas de acrobacias que compuso Liszt
sobre motivos casi siempre de óperas contemporáneas. A pesar de que
despertaron gran entusiasmo en su época, son en realidad obras sin mayor
valor artístico.
3.- Obras originales. Comprende:
las colecciones de piezas de carácter descriptivo o poético, la Sonata en Si menor, las Rapsodias Húngaras y las dos Leyendas, por no citar sino las más importantes.
Las colecciones son: Los Años
de peregrinación, en tres volúmenes. Estas piezas fueron compuestas
por Liszt durante sus viajes o sus estancias en Suiza y en Italia. Breves
las unas, más desarrolladas las otras, son todas de carácter semi-lírico
o bien pintorescas, de inspiración muy compleja y de muy variada realización.
Entre las más célebres se cuentan: El
valle de Obermann, Al borde
de una fuente, Tres sonetos
del Petrarca, La capilla de Guillermo Tell, Las fuentes de la Villa de Este, etc. Es
en cierto modo música de programa que anuncia y contiene ya en germen
los poemas sinfónicos del mismo autor. Las Armonías
poéticas y religiosas son piezas por el estilo de las anteriores;
una de las más célebres es la titulada Funerales.
La Sonata en Si menor, por
la originalidad de su forma (cíclica) y por la riqueza de su contenido
ha sido señalada como una página capital en la producción de Liszt y
en la música del siglo XIX. Escrita en un solo movimiento, sus temas
se desenvuelven con gran libertad y en una interesante y expresiva sucesión
de contrastes dinámicos. Las dos Leyendas, tituladas San
Francisco de Asís predicando a las aves y San
Francisco de Paula caminando sobre las aguas fueron compuestas en
1866 y tienen menos interés musical debido a su carácter ultra-descriptivo,
aunque pianísticamente consideradas son de mucha originalidad. Las Rapsodias Húngaras son en número de veinte.
Estas obras, que han contribuido grandemente a popularizar el nombre
de Liszt, son piezas brillantes y variadas, llenas ya de brío, ya de
languidez. Son más bien rapsodias gitanas que húngaras, en las que su
autor ha querido hacer una especie de epopeya de la música que él consideraba
como la más típica de su patria. No sin razón se les ha criticado su
superficialidad y el excesivo despliegue de virtuosismo que ostentan.
Música para orquesta
En
esta categoría hay que distinguir: las dos sinfonías programáticas,
los doce poemas sinfónicos y las obras para piano y orquesta. Las dos
sinfonías programáticas son: la Sinfonía
Dante y la Sinfonía Fausto. La primera, inspirada
en la Divina Comedia, consta de dos partes que corresponden a las dos
primeras partes del poema: el Infierno y el Purgatorio. En esta obra
de vastas proporciones Liszt ha querido darnos una impresión musical
sintética del poema dantesco. Reina en ella cierta monotonía; el trozo
mejor se encuentra al final, donde intervienen las voces humanas para
cantar la melodía litúrgica del Magníficat. La Sinfonía
de Fausto encierra mejores cualidades. Está dividida en tres partes
que corresponden a los tres personajes principales del Fausto de Goethe: Fausto, Margarita y Mefistófeles. Es del mayor interés el
contraste musical que presenta la caracterización de dichos personajes,
el último de los cuales, Mefistófeles, está elaborado en forma mordaz
con los temas deformados de los anteriores. También aquí interviene
el coro al final para cantar el Eterno Femenino.
Los
doce poemas sinfónicos, con pocas excepciones, tienen más bien un valor
histórico que musical. Son obras saturadas de ideas extramusicales,
de un realismo a veces chocante y de un romanticismo enfático que no
siempre llega a conmover. Tampoco su orquestación satisface del todo.
Su interés principal reside en la originalidad de su forma, que es ya
la forma definida del poema sinfónico moderno, cuyas primeras tentativas
habían sido realizadas por Berlioz. Siguiendo las huellas de dicho compositor,
Liszt lleva dicho género musical a un grado mayor de cohesión. Los
Preludios, inspirado en una poesía de Lamartine, Mazzepa,
que es el desarrollo sinfónico de uno de los Estudios de ejecución trascendental, Orfeo, Tasso, El Ideal... se cuentan entre los más célebres
poemas.
Para
piano y orquesta compuso Liszt dos Conciertos muy brillantes, una Fantasía húngara y la Danza de los muertos,
de muy difícil ejecución. Son obras de valor pianístico, pero de poca
calidad artística.
Obras religiosas
Comprenden:
la Leyenda de Santa Isabel,
obra que si bien lleva el título de oratorio, tiene más de teatro y
de concierto que de iglesia; y Christus,
que presenta un carácter más místico y está dividido en tres partes
que corresponden a los principales episodios de la vida de Jesucristo.
Liszt emplea en esta obra temas gregorianos, lo que le comunica cierta
serenidad y arcaísmo que contrasta mucho con el resto de su producción.
De las Misas de Liszt la más
célebre es la llamada Misa in
Gran, de imponentes proporciones, muy majestuosa y sinfónica. En
general puede decirse que Liszt trata la música religiosa sin preocupaciones
litúrgicas y con entera libertad de forma y de inspiración.
Obras vocales
Es
lo menos interesante de la producción de Liszt. Compuso varios lieder
en los que no se advierte ningún progreso cuando se los compara con
los de sus predecesores y contemporáneos. También compuso una cantata: Santa Cecilia y varias piezas corales,
obras casi todas circunstanciales y sin mayor valor.
Caracteres e influencias
de la obra de Liszt
Si Liszt no fue el compositor más genial del siglo XIX, fue en cambio
la autoridad más respetada de su época y el pianista tal vez más extraordinario
que ha existido. A Liszt, que fue un atrevido innovador en diferentes
campos de la música, le debemos buena parte de nuestras modernas adquisiciones
en lo referente a armonía y a forma musical. Como defecto principal
se le puede señalar la frecuencia con que abusa de la retórica y del
efecto magnilocuente en casi toda su producción. Con ser ésta tan desigual,
no faltan en ella páginas geniales y de un gran interés, ya sea por
su originalidad, ya por las innovaciones que aporta especialmente en
la técnica pianística. Como compositor, su mayor mérito estriba en haber
llevado a un alto grado de perfección la forma del poema sinfónico.
Como hombre estuvo siempre al servicio de toda noble causa, dispuesto
en todo momento a defender cuantas innovaciones le parecieran dignas
de enriquecer el lenguaje musical. Ha influido principalmente sobre
Wagner, hasta el punto de que ha llegado a afirmarse que “todo el estilo
wagneriano está esbozado en las obras de Liszt”. La forma cíclica desarrollada
por César Franck y hasta el impresionismo debussyano encuentran en algunas
de sus obras un singular precursor.
Notas del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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