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Historia de la Música

Juan Bautista Plaza

XVII

CHRISTOPH WILIBALD GLUCK

Su vida
Su obra
La reforma del drama musical
Características generales de su obra
 

Su vida

Christoph Wilibald Gluck nació en Erasbach (Austria, cerca de la frontera de Bohemia), en 1714; murió en Viena en 1787. Hijo de un guardabosque, comenzó su aprendizaje musical como niño de coro en la iglesia de los Jesuitas de Komotau (Bohemia). Más tarde, habiendo quedado huérfano, se encaminó a Praga donde continuó su educación musical, a la vez que ganaba su subsistencia como violinista ambulante y como cantante en las iglesias. En 1736 se trasladó a Viena, donde corrió con la suerte de que el príncipe italiano Melzi lo tomara bajo su protección y lo enviase a Milán a estudiar armonía y contrapunto con Sammartini. Cuatro años después estrena Gluck su primera ópera, Artajerjes, en Milán, a la que le siguieron muchas otras óperas de estilo puramente italiano con las que conquistó cierta fama. En 1745 se dirige a Londres, pasando por París, donde escucha algunas óperas de Rameau. En Londres estrena dos óperas con escaso éxito y recibe consejos de Händel, quien le censura su estilo excesivamente italiano. Allí toma por primera vez conciencia de la necesidad de adaptar estrechamente la expresión musical a la situación dramática. En los cinco años siguientes, Gluck viajó mucho por Alemania, Dinamarca, Austria e Italia, estrenando siempre nuevas óperas. A partir de 1750 se radicó en Viena donde contrajo matrimonio y le fue conferido el cargo de Director musical del Teatro de Opera de la Corte. En 1754 el Papa lo nombré “Caballero de la Espuela de oro”. En Viena empezó Gluck a concebir sus planes de reforma del drama musical, que debían llevarlo al pináculo de la fama. Por espacio de doce años siguió escribiendo óperas cada vez más severas, en las que perduran, sin embargo, ciertas formas convencionales de la ópera italiana. Fue sólo en 1762 cuando produjo su ópera Orfeo y Eurídice, concebida conforme a un plan enteramente nuevo que le había sido sugerido por el libretista italiano Raniero di Calzabigi. Esta ópera obtuvo un gran éxito, como también Alcestes, estrenada años más tarde en la misma Viena. El público de esta ciudad, acostumbrado al italianismo imperante, permaneció un poco indiferente ante las teorías y las obras del músico innovador. Fue entonces cuando la reina María Antonieta, a quien Gluck le había dado lecciones de clave, obtuvo de éste que se trasladase a París con el propósito de dar a conocer sus óperas. En París estrenó Gluck Ifigenia en Aulide, sobre un libreto francés tomado de la obra homónima de Racine, ópera que rompió los fuegos de una verdadera batalla musical entre los “lullystas” y los “ramistas”, partidarios de Gluck, y los italianos o bufonistas, sus enemigos. Esta larga contienda se llamó la guerra de los gluckistas y piccinistas, por ser Piccini el compositor italiano cuya obra pretendiese contraponer a la de Gluck. Este último terminó por triunfar con la representación de su nueva ópera Ifigenia en Táuride, en la que quedó demostrada la absoluta superioridad de sus ideas estéticas. También estrenó Gluck en París la adaptación al francés de sus óperas Orfeo y Alcestes.

Los últimos años de Gluck transcurrieron entre Viena y París. El fracaso de su última ópera Eco y Narciso, estrenada en 1779 en la capital francesa, lo afectó profundamente. Se retiro entonces a Viena, donde llevó en lo sucesivo una vida fastuosa y opulenta. Colmado de honores falleció el 15 de noviembre de 1787 a consecuencias de un ataque de apoplejía. Su tumba se halla junto a la de Beethoven en el cementerio de Viena. La ciudad le erigió un monumento en 1846.

Su obra

La producción lírico-dramática de Gluck comprende un centenar de obras de muy desigual valor. Se le puede dividir en tres grandes períodos:

Primer Período (1741 a 1762): Comprende las óperas compuestas en Italia, Londres, Alemania y Viena, antes de la reforma del drama musical. Son obras escritas en el estilo tradicional de la ópera italiana de aquellos tiempos, o bien en el de la ópera cómica francesa. Salvo raras excepciones, presentan por lo general poco interés.

Segundo período (1762 a 1774): Comprende las óperas Orfeo y Eurídice y Alcestes (sobre libretos en italiano), estrenadas en Viena, obras con las que inicia la reforma del drama musical, más otras óperas de menor importancia en las que se advierte un regreso a la manera italiana; y

Tercer período (1774 a 1779): Comprende las óperas escritas y estrenadas en París: Ifigenia en Aulide; Orfeo y Alcestes (ambas adaptadas al francés); Armida, Ifigenia en Táuride, así como Eco y Narciso, obras todas concebidas conforme a la nueva estética del drama musical y que son las más importantes de su producción.

De todo este repertorio la obra que ha alcanzado mayor celebridad es Orfeo y Eurídice, ópera de una intensa expresión dramática y de un estilo enteramente nuevo para la época. La inconfundible personalidad de Gluck se revela tanto en las arias como en los admirables trozos corales e instrumentales que integran la obra, uno de cuyos mayores méritos es la variedad de sus situaciones y episodios.

La reforma del drama musical

En la epístola dedicatoria (dirigida al Gran Duque de Toscana), publicada en las ediciones de Alcestes, están expuestos los principios y teorías de la reforma emprendida por Gluck en colaboración con el libretista Calzabigi. En resumen, dice Gluck que su propósito ha sido conducir nuevamente la música a la función de secundar la poesía para fortalecer la expresión del sentimiento sin interrumpir la acción dramática ni desfigurarla con ornamentos superfluos. Para ello se esmera en abolir los numerosos abusos que se habían infiltrado en la ópera, dándole al recitativo dramático toda su importancia y tratándolo con gran sencillez. Por otra parte, la Obertura, que anteriormente servía única mente para obtener el silencio del público, ha sido transformada por Gluck en un importante trozo del drama, sintetizando musicalmente el argumento o sujeto del mismo. Esta reforma, cuyos principios derivan de la Camerata Florentina, puede decirse que es completamente moderna, ya que un siglo más tarde, el sistema del drama musical wagneriano se apoya en las teorías estéticas de Gluck.

Características generales de su obra

Juzgando su labor dramática, el Padre Martini decía que Gluck “presentaba dichosamente amalgamadas todas las más hermosas cualidades de la música italiana y muchas de la música francesa, avaloradas en conjunto por los recursos de la orquestación alemana”.

La gloria de Gluck consiste ante todo en haber “dotado al drama lírico de sus principales elementos esenciales, según los cánones de la estética, dándole a la declamación un estilo correcto, desterrando inexorablemente del canto los falsos e inútiles adornos y llevando a la perfección los principios innovadores sustentados por Lully y Rameau. Hizo de la música de teatro la colaboradora fiel de la obra literaria y embelleció la misión de la orquesta, a la que enriqueció con nuevos elementos expresivos, ya por la introducción de instrumentos hasta entonces de ella apartados, o bien por su más acertada eficacia como engendradores de emoción y como creadores de ambiente y de colorido”.

Su influencia ha sido profunda en muchos de sus contemporáneos y sucesores: Mozart, Spontini, Beethoven y Wagner, entre otros.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
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