XVIII
FRANZ JOSEPH HAYDN
Su
vida
Su
obra
Música
de cámara
Piano
Sinfonías
Música
religiosa
Oratorios
Óperas
Características
e influencia
Su vida
Josph Haydn nació el 31 de marzo de 1732. Era hijo
de un constructor de carretas y de una humilde cocinera, y desde muy
temprana edad comenzó a revelar sus grandes dotes musicales. A la edad
de ocho años ingresó en el coro de la escuela catedralicia de San Esteban,
en Viena, donde recibió instrucción musical y se familiarizó con la
música religiosa de aquellos tiempos Por espacio de diez años, su vida
transcurre en un ambiente tranquilo, cuya benéfica influencia había
de perdurar a todo lo largo de su vida. De aquel período datan sus primeros
ensayos de composición. A los 17 años, habiendo mudado la voz, es despedido
del coro y reemplazado por su hermano Michael, quien también llegó a
ser un excelente músico. Para ganarse la vida, Haydn se dedica a dar
serenatas callejeras en Viena o a tocar violín en banquetes y cabarets.
Entre tanto, sigue estudiando composición por su cuenta en obras tan
fundamentales como el Gradus ad
Parnassum de Fux, los tratados de Matheson sobre el bajo continuo
y las sonatas para clave de Carl Philipp Emanuel Bach. Habiéndose alojado
en el mismo edificio donde habitaba el poeta Metastasio, célebre libretista
del compositor Porpora, logró entrar en relaciones con este último.
Fue así como Haydn recibió de Porpora lecciones de música a cambio de
los servicios que le prestaba, servicios equivalentes a los de un simple
lacayo. Gracias a la influencia de Porpora y a la fama de buen compositor
que Haydn iba adquiriendo, consiguió éste al fin un empleo fijo en la
residencia del conde Maximiliano de Mortzin, quien lo contrató para
que dirigiera una pequeña capilla musical que tenía, semejante a otras
muchas que en aquella época existían en las cortes de Alemania y Austria.
De ese período data su Primera
Sinfonía; tenía entonces Haydn 27 años de edad. Al año siguiente
contrajo matrimonio con Ana María Keller, unión que resultó bastante
desgraciada. En 1761 se retiró Haydn del cargo que desempeñaba en la
residencia de Mortzin y pasó a ocupar el puesto de segundo director
de la capilla del príncipe Paul Anton Esterhazy. La vida artística de
Haydn está estrechamente ligada al nombre de esa familia de magnates,
protectora de las artes. Al año siguiente, habiendo fallecido el príncipe
Paul Anton, le sucedió su hermano Nikolaus, quien se esmeró en dar mayor
impulso aún a las costumbres fastuosas de la familia. Después de haberse
hecho construir un espléndido castillo en Hungría, -casi tan suntuoso
como el de Versalles- se instaló en él con todo su séquito (1766). En
ese mismo año fue nombrado Haydn primer director musical de la capilla
del príncipe, cuya orquesta fue aumentada desde entonces. Libre de toda
preocupación material, ya que tenía un buen estipendio, pudo Haydn en
lo sucesivo entregarse de lleno a la composición. Allí permaneció hasta
1790 -casi 30 años- hasta que, habiendo muerto el príncipe Nikolaus
-quien mereció ser llamado “Nicolás el Magnifico”- se retiró Haydn a
Viena con una pensión vitalicia. Libre de toda obligación, el artista,
cuya fama se había extendido por toda Europa, se marchó a Londres, contratado
por el violinista-empresario Salomón, para dar algunos conciertos en
aquella ciudad y con la obligación de estrenar nuevas sinfonías. Son
éstas, y las que, con ocasión de un segundo viaje a Londres compusiera
Haydn, -doce en total- las que suelen figurar en el catálogo de sus
obras con el nombre de Sinfonías Salomón o Sinfonías londinenses, las cuales constituyen la cumbre de su producción
sinfónica. Después de su definitivo retiro a Viena emprendió, no obstante
su avanza da edad, la composición de sus dos últimas obras: los oratorios La Creación y Las cuatro estaciones, las que obtuvieron
extraordinario éxito. Agobiado por la edad y la fatiga, pasó Haydn los
últimos años de su vida en gran recogimiento. En Viena era querido y
estimado como un verdadero patriarca de la música. Murió el 31 de mayo
de 1809, en momentos en que los franceses del ejército invasor de Napoleón
bombardeaban la ciudad.
Su obra
La producción de Haydn comprende música de cámara,
sinfónica y vocal, religiosa y profana.
Música de cámara
Cuartetos. El cuarteto de cuerdas adquiere por obra
de Haydn una importancia que hasta entonces no había tenido. No solamente
logra este compositor gran equilibrio entre los instrumentos solistas (2 violines, viola y violoncello), sino
que la mayoría de sus cuartetos constituyen una realización perfecta
de la forma sonata en 4 movimientos: allegro, andante, minué, presto.
Se les puede considerar como modelos acabados de música de cámara concebida
según los moldes del clasicismo vienés. De los 83 cuartetos que nos
legó Haydn, son particularmente notables: el opus 3 Nº 5, que contiene
una célebre serenata; los seis de la opus 20, denominados “Grandes cuartetos”;
los siete de la opus 51, que son un arreglo de las Siete
Palabras del mismo autor, y los últimos, a partir de la opus 64,
entre los que figuran los cuartetos denominados “La Alondra” (opus 64
nº 5), “Emperador” (opus 76 Nº 3) y “El Alba” (opus 76 Nº 4). En estos
últimos cuartetos la independencia de la línea melódica de cada instrumento
se va haciendo cada vez mayor.
Además
de los cuartetos, Haydn compuso numerosos Tríos para cuerdas y piano,
para cuerdas solas o para diversas combinaciones instrumentales. Algunas
de estas obras son también modelos del género.
Piano
Si bien Haydn compuso varias obras para clave de un estilo anticuado,
pronto se dio cuenta de los recursos expresivos que le ofrecía el piano,
instrumento para el cual escribió sus mejores sonatas. Entre las 42 obras de este tipo que se conservan, muchas
se destacan por la nitidez y originalidad de los temas y sus interesantes
desarrollos. A Haydn se debe el haber implantado el nuevo tipo de sonatas
en tres o cuatro movimientos -cuyo modelo inicial lo tomó de las sonatas
de Carl Philipp Emanuel Bach- con su primer movimiento -Allegro- de
forma ternaria y bitemática.
Sinfonías
Haydn ha sido considerado como el padre de la sinfonía
clásica. Es cierto que antes de él, Sammartini y casi todos los compositores
italianos de la primera mitad del siglo XVIII, así como los compositores
de la escuela alemana de Mannheim, como Stamitz y Richter a la cabeza,
y en Austria los “vieneses” Reuter (maestro de Haydn cuando éste, de
niño, actuaba en el coro de la iglesia de San Esteban), Monn, Wagenseil
y otros muchos, fueron los indiscutibles precursores de la sinfonía
clásica; mas le tocó a Haydn imprimirle a dicho género la perfección
y el definitivo estilo de que hasta entonces carecía la sinfonía, logrando
así llevarla a una grandísima altura hasta ocupar un sitial prominente
entre las grandes formas musicales.
Se
conservan 104 sinfonías de Haydn. Las mejores, como ya se dijo, fueron
compuestas con ocasión de sus dos viajes a Londres. Son monumentos de
arte imperecedero que no admiten dentro de su estilo netamente clásico
mayor perfeccionamiento. En ellas, y particularmente en su instrumentación,
se advierte la influencia de Mozart, cuyas tres últimas sinfonías fueron
compuestas en 1788. Algunas llevan títulos especiales: El
filósofo (Nº 22), Señales
de trompas (Nº 31), El oso (Nº 82), La gallina (Nº 83), La reina (Nº 85), Sorpresa (Nº
94), Militar (Nº 100), El Reloj (Nº 101).
Música religiosa
Dentro de ámbito de la música vocal y religiosa, destacan
sus misas que suman doce y entre las cuales figuran la Misa en tiempos de Guerra, la Misa Teresiana y la Misa a San Bernardo de Offida. Además de las misas, se conserva un Stabat Mater, un Te Deum, varias Salves motetes y ofertorios, de un estilo
similar al de las mismas.
Oratorios
A su regreso de Londres, pese a su avanzada edad, compuso
Haydn los oratorios La Creación (1797) y Las cuatro estaciones (1801), que se cuentan entre las obras más inspiradas y originales de
toda su producción. La Creación,
cuyo libreto está basado en el célebre poema El
Paraíso perdido de Milton, consta de tres partes en las que se describe
las obras de los seis días que, según el Génesis, empleó Dios en crear
el mundo. Son una serie de cuadros de carácter pintoresco o descriptivo,
en los que abundan exclamaciones de gratitud hacia Dios. El recitativo
está a cargo de los arcángeles Gabriel (soprano), Uriel (tenor) y Rafael
(bajo), y el final de cada jornada es celebrado por un coro de ángeles.
En la tercera parte, Adán y Eva cantan la gloria del Eterno, y la obra
termina con una brillante fuga coral. Los grandes oratorios de Händel
que oyera Haydn en Londres le impulsaron a componer esta obra, en la
que alternan pasajes de desigual valor. El oratorio Las cuatro estaciones, también para solos,
coro y orquesta, consta de cuatro partes, cada una de las cuales viene
siendo más bien una especie de cantata en la que se describen, ya los
placeres del campo, ya las tempestades, la cacería, la nieve y los vendavales
del invierno. Es una obra llena de colorido y de intenciones descriptivas,
muy liviana y graciosa en casi todas sus partes.
Otra
obra religiosa de Haydn, perteneciente al género de la cantata, es el
arreglo coral de los siete cuartetos de la opus 51, que llevan el título
de Las siete palabras del Salvador sobre la cruz,
obra de carácter noble y austero.
Óperas
Haydn no tenía instinto dramático; estaba pobremente
dotado para la música teatral. Si compuso algunas óperas, en su mayoría
jocosas, fue porque el príncipe Esterhazy tenía en su castillo un teatro
de marionetas y le exigía a Haydn que escribiese obras destinadas a
dicho teatro, o bien para aquellas compañías de ópera que visitaban
frecuentemente el castillo. De allí que de toda esa producción apenas
se conserva el recuerdo, como que Haydn no aportó nada nuevo en el género.
A
esta producción vocal habría que añadir algunas cantatas profanas, de
poca importancia, y numerosas canciones para una o varias voces. Entre
estas últimas, la que ha alcanzado mayor celebridad es el Himno Austriaco,
compuesto en 1797.
Características e influencia
El propio Haydn solía decir a propósito de si mismo:
“Cualquiera puede ver, por mi solo aspecto, que cuando menos soy una
buena persona”. De carácter apacible, su música fue asimismo diáfana,
directa, fresca y viva, sin la más leve huella de afectación ni de morbosidad.
“Una perfecta transparencia, un trazo firme, una exquisita fluidez instrumental,
la belleza e inventiva inagotable de su melodía (“el canto -decía él-
es el alma de la música, la vida, el espíritu y la esencia de una composición”),
su mesura y sobriedad, su júbilo y su buen humor instintivo: tales son
algunas de las cualidades que caracterizan el estilo del más ecuánime
y naturalmente alegre de todos los grandes compositores”. Haydn comprendió
el arte como un ameno pasatiempo. No sabía él lo que era tener un alma
trágica, ni era capaz de extraer mensajes de las profundidades de la
vida interior. Todo el interés de la música haydniana se concentra en
el espontáneo desarrollo sonoro de la misma; no hay que buscar profundidad
alguna en ella.
Haydn
fue el primer compositor que inauguró en la Europa musical la supremacía
del arte alemán. Su influencia ha sido grande entre sus contemporáneos
y sucesores. Mozart declaró: “El fue el primero en enseñarme cómo se
debe escribir un cuarteto”. Toda la obra de Beethoven arranca de Haydn,
quien fue temporalmente uno de sus maestros. Las tres primeras sonatas
para piano de Beethoven están dedicadas al humilde hijo de Rohrau.
Notas del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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