XXVIII
LA ÓPERA EN ITALIA EN EL SIGLO XIX, (Nº 2)
Bellini,
Donizetti, Verdi
Vincenzo Bellini
Su vida
Su obra
Gaetano
Donizetti
Su
vida
Su
obra
Giuseppe
Verdi
Su
vida
Su
obra
Características
e influencias de la obra de Verdi
Principales
operistas de la escuela verdiana
Vincenzo Bellini (1801-1835)
Su vida
Vincenzo Bellini nació en Vatania (Sicilia) en 1801;
murió cerca de París en 1835. Pensionado por su ciudad natal, hizo sus
estudios en el Conservatorio de Nápoles. Sus primeras obras fueron piezas
instrumentales y religiosas. En 1825 comenzó a componer óperas, las
que desde un principio fueron bien acogidas. En 1831 fueron estrenadas
en la Scala de Milán La Sonámbula y Norma óperas cuyo éxito sobrepasó al de
todas las anteriores. A partir de entonces la fama de Bellini se extendió
por toda Italia. En 1833 el compositor se marchó a Londres y luego a
París. En esta última ciudad compuso Los
Puritanos, ópera de carácter histórico, estrenada con gran éxito
en el Teatro Italiano, en 1835. En septiembre de ese mismo año, tras
breve una enfermedad, Bellini falleció a la edad de 34 años, cuando
su genio comenzaba justamente a dar los mejores frutos.
Su obra
Bellini fue uno de los operistas más famosos del siglo
XIX. Su música, de carácter esencialmente vocal, tiene un tinte elegíaco
característico, o bien es de un lirismo apasionado, muy propio del romanticismo
de su época. Si bien, su instrumentación es pobre y rudimentaria; si
adolece de cierta monotonía en la forma, no puede negarse, en cambio,
que las melodías de Bellini son a menudo diáfanas y elegantes. Gracias
a ellas y a su estilo tan personal, logró introducir nuevos elementos
de expresión en el drama lírico.
Entre
sus principales óperas se destacan: Norma,
considerada como la obra maestra de Bellini, en la que abundan expresivas
melodías y páginas de intensa dramaticidad, pero en la que tampoco faltan,
como en las demás óperas de este compositor, evidentes trozos inferiores
por la calidad de su inspiración, que raya casi en lo vulgar. La Sonámbula, obra más sencilla que la anterior y tan melódica como
aquella; Romeo y Julieta,
idílica y sentimental; Los Puritanos,
por último, pertenecientes al genero de la Gran Ópera Francesa, es de
argumento histórico y presenta más homogeneidad en su estructura, más
vigor en la caracterización de los personajes y en los conjuntos.
Gaetano Donizetti (1797-1848)
Su vida. Donizetti nació en Bérgamo (Italia) en 1797; murió
en la misma ciudad en 1848. Terminados sus estudios musicales bajo la
dirección del Padre Mattei, se desempeñó como operista en Venecia. Protegido
por algunos nobles de dicha ciudad comenzó su carrera de compositor
teatral tomando por modelo a Rossini. Tenía Donizetti tal facilidad
para componer, que llegaba a estrenar tres y cuatro óperas por año.
En 1835 se marcho a París donde estrenó Marino Falliero, ópera cuyo éxito fue suplantado
por el de Los Puritanos de
Bellini. De regreso a Italia compuso algunas óperas de estilo menos
frívolo, entre otras, Lucía de
Lamermoor, una de sus mejores partituras, estrenada con mucho éxito
en Nápoles. Volvió luego a París y allí dio a conocer La
Hija del Regimiento y La Favorita,
ésta última muy bien acogida. Después de numerosos viajes, durante los
cuales siguió estrenando óperas de menor importancia, enfermó gravemente.
Conducido a Bérgamo, murió en 1848.
Su obra. De la copiosa producción de Donizetti (más de 60 óperas)
es muy poco lo que ha sobrevivido, no obstante haber sido él uno de
los músicos más aplaudidos en su época. Dotado de un gran instinto dramático,
buen conocedor de la técnica de su arte, melodista de fácil inspiración,
Donizetti habría sin duda producido obras más importantes si hubiera
sido más severo consigo mismo en lugar de dejarse arrastrar por las
corrientes de la época y de abandonarse a su enorme facilidad. De toda
esa producción merecen citarse: Lucía de Lamermoor, Lucrecia Borgia y La Favorita,
óperas pertenecientes al género serio o histórico; Elixir de amor, Don Pascual, La Hija del Regimiento, de
carácter semi-serio o bufo. Con excepción de Don
Pascual, que es una de las producciones más felices del autor en
el género bufo, casi todas las referidas óperas, no obstante las inspiradas
páginas que encierran, carecen de unidad de estilo y su instrumentación
es por lo general muy pobre.
Giuseppe
Verdi (1813-1901)
Su vida
Verdi nació en Roncole, pequeña aldea cerca de Buseto
(Italia, Ducado de Parma) en 1813; murió en Milán en 1901. Hijo de padres
humildes, dio desde niño notaciones de su gran vocación musical. Realizó
sus primeros estudios en su pueblo natal, obtuvo una pensión y se trasladó
a Milán con el propósito de proseguir sus estudios en el Conservatorio.
El Consejo Directivo de este instituto, no habiendo encontrado en el
joven Verdi “especiales aptitudes para la música”, se negó a recibirlo
como alumno. Verdi estudió entonces con maestros particulares y, a la
edad de 26 años, estrenó sin mayor éxito su primera ópera: Oberto,
Conde de San Bonifacio. Los años siguientes fueron años desgraciados
para Verdi. Serios infortunios de familia le obligaron a abandonar temporalmente
la carrera musical. Pasada esta larga crisis. El joven maestro estrenó
con enorme éxito en la Scala de Milán su primera obra importante: la
ópera Nabucodonosor (1842). Nuevas óperas siguió estrenando Verdi en los
años sucesivos; su fama aumentaba sin cesar, tanto más cuando que su
nombre estuvo desde un principio vinculado al movimiento político del
Resurgimiento Italiano, de sus óperas contribuían poderosamente a exaltar
los sentimientos patrióticos del pueblo. La fama de Verdi se afianzó
aún más a partir del año 1851 en que fue estrenado Rigoletto,
cuyo éxito fue muy superior al obtenido hasta entonces con sus obras
anteriores. A esta ópera le siguieron otras no menos importantes, tales
como El Trovador y Traviata, las que fueron ejecutadas, no sólo en Italia, sino también
en los principales teatros de Europa. Durante el último período de su
vida Verdi empezó a modificar su estilo en la composición de Aída, Otello y Falstaff. Esta
última ópera bufa fue compuesta cuando su autor había alcanzado la edad
de 80 años. Tras una carrera gloriosa, lo que no le impidió a Verdi
conservar siempre una innata modestia y un espíritu ecuánime y comprensivo,
falleció el gran músico en Milán, en 1901, a la edad de 88 años.
Su obra. La producción musical de Verdi comprende principalmente
sus óperas y su música religiosa. El total de las óperas alcanza a 26;
de algunas de ellas hay hasta dos versiones. Esta producción, de muy
desigual valor, puede agruparse en tres períodos: El primer período
comprende las óperas compuestas desde 1839 hasta 1849. En ellas se evidencia
la influencia romántica. Aun cuando el estilo verdiano se manifiesta
a menudo con caracteres originales, no puede sin embargo, negarse que
la inspiración es frecuentemente muy banal, Nabucodonosor, Los Lombardos en la Primera Cruzada y Hernani, son las óperas
más importantes de este período. Tienen sobre todo, importancia histórica,
por haber sido estrenadas en una época de gran efervescencia política
en Italia. El segundo período comprende la producción verdiana que va
desde 1849 hasta 1867. Pertenecen a él: Rigoletto, El Trovador, y Traviata, conjunto de óperas al que suele considerarse como la Trilogía
popular de Verdi; Un baile de
máscaras, La Fuerza del Destino y Don Carlos. Es esta la época más fecunda
de Verdi. Por regla general, el compositor se esmera en adaptar estrechamente
la música a la acción lo que consigue con éxito en muchos pasajes de
dichas óperas. Estas se han hecho famosas gracias a su carácter dinámico
y apasionado y a la belleza y soltura de sus melodías. Se nota todavía,
sin embargo, cierta pobreza orquestal en más de una ocasión así como
una declamación pomposa y efectista, de mal gusto. El tercer período
comprende las óperas compuestas entre 1871 y 1883. Estas son: Aída, Otello y Falstaff, consideradas como las mejores y más serias de todo su repertorio.
En ellas trata Verdi de amoldar su estilo a las nuevas tendencias del
drama musical, tal como fuera concebido por Wagner. Con todo, Verdi
no deja nunca de revelarse como un compositor netamente italiano. Tan
sólo se permite tomar de la escuela wagneriana aquellos elementos que
puedan ser utilizados para mejorar y enriquecer el estilo general de
la ópera, sin perjuicio de que ésta pierda su carácter italiano y tradicional.
La orquesta, sobre todo, está tratada con mucha finura y habilidad;
las recitaciones y los coros son muy expresivos y originales. La división
de los actos no se hace en estas óperas por arias y números independientes.,
a la manera tradicional, sino por escenas, como en los dramas wagnerianos,
todo ello realizado con muy buen gusto y con un profundo conocimiento
del teatro. Falstaff, la última
ópera de Verdi, ha sido considerada por la crítica como la ópera bufa
más notable e importante que se ha escrito en Italia después de El Barbero de Sevilla de Rossini.
Su
música religiosa comprende principalmente: La Misa de Requiem compuesta con ocasión de los funerales del poeta Alejandro
Manzoni (1874), obra muy inspirada en la que hay magníficos trozos de
estilo fugado. Desde el punto de vista litúrgico, esta obra resulta
ser impropia de la Iglesia, debido a su carácter dramático y apasionado
así como a la riqueza de colorido que reviste su instrumentación. De
inspiración más mística son: el Ave
María y el Pater Noster para voces solas, hermosas
piezas de gran efecto coral. Verdi compuso, por último, un Stabat Mater para coro y orquesta, bastante célebre, y un Te Deum para doble coro y orquesta, de
imponente sonoridad. Todas estas composiciones pertenecen al último
período de la vida de Verdi.
Características e influencias
de la obra de Verdi. Verdi
es, sin duda, uno de los genios musicales más representativos de Italia.
El mérito principal de sus obras estriba en su gran sinceridad. Verdi,
cuyo conocimiento del teatro era extraordinario, se muestra siempre
realista; gusta de los fuertes contrastes y de las situaciones patéticas,
características que influirán más tarde en los compositores de la escuela
“verista” (Mascagni y Puccini, principalmente), que tanta boga ha alcanzado
en la Italia contemporánea. Verdi, por último, ofrece un ejemplo admirable
de tenacidad en el trabajo y de comprensión del valor de su propia obra.
Habiendo atravesado todo el siglo XIX, dio pruebas hasta el fin de su
vida de que sabía adaptarse a las nuevas ideas estéticas de su época.
Su obra revela un progreso constante. De allí el que sus defectos le
sean perdonados en gran parte y el qué su ejemplo sea en cierto modo
único en la historia de la música teatral.
Principales operistas
de la escuela verdiana
Son los siguientes:
Arrigo
Boito (1842-1918), autor de las óperas Mefistófeles y Nerón. Boito es más poeta
que músico; su estilo es noble, aunque algo académico y sin gran originalidad.
Fue el libretista de las dos últimas óperas de Verdi. Felipe Marchetti
(1831-1902), autor de la ópera Ruy
Blas, Amilcare Ponchielli (1834-1886), cuya ópera La
Giocconda, goza todavía del favor público, no obstante la banalidad
de su música. Alfredo Catalini (1854-1893), compositor romántico, autor
de las óperas Loreley y La Vally, esta última particularmente célebre por la dulzura y espontaneidad
de sus melodías.
Notas del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004
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