V
La canción y la música instrumental
Hoy voy a hablar de la influencia de la canción en otro
género de música: el de la música instrumental pura. La canción verdaderamente
es, como lo indica su nombre, música que se canta, música vocal. Uno
o varios instrumentos pueden acompañar el canto —como ordinariamente
sucede—, pero este acompañamiento será casi siempre una cosa accesoria,
que en rigor se puede suprimir o modificar, sin que por ello deje de
existir la canción, constituida esencialmente por una simple melodía,
cuyas diferentes notas corresponden, más o menos, a las sílabas de la
composición poética o literaria que la ha inspirado. He dicho que este
acompañamiento instrumental es casi siempre accesorio. Si no he dicho
siempre, es porque existe cierto género de canciones, como es, por ejemplo,
el de las canciones llamadas lieder [1] en Alemania, en las cuales dicho
acompañamiento ha sido concebido por el compositor como algo tan esencial
a la obra, que la pura melodía vocal resultaría inexpresiva o descolorida
si se la cantara sola, sin esa especie de atmósfera sonora que ha de
envolverla. Pero esto constituye el tema de una de las próximas lecciones
y no debo, por el momento, sino mencionarlo de paso para mayor claridad
de lo que voy a tratar hoy.
La canción es, como decía, un género de música esencialmente
vocal. El hombre, sin embargo, ha logrado fabricar instrumentos musicales
tan expresivos y de tan bellas sonoridades que éstos han llegado a constituirse
en verdaderos rivales del instrumento natural por excelencia que es
la voz humana. En las pasadas edades, cuando todavía los instrumentos
eran muy rudimentarios, el canto, la música vocal, predominaba en casi
todas las manifestaciones del arte musical. Pero, desde hace unos cuantos
siglos, los fabricantes de instrumentos perfeccionaron de tal manera
la construcción de éstos, que, junto a la música vocal pura, fue posible
crear otro género de música exclusivamente instrumental, género tan
noble y expresivo como el vocal. En la historia de la música pocos capítulos
hay tan interesantes como el que se refiere al nacimiento y desarrollo
de la música instrumental. Este género, que comenzó tan modestamente,
ha sido el que más auge ha alcanzado en los tiempos modernos. Basta,
para convencerse de ello, echar una ojeada a la infinita variedad de
instrumentos que existe hoy día y a la no menos infinita variedad de
obras de carácter instrumental que integran el repertorio musical contemporáneo.
De muy diversas maneras ha penetrado la canción en la música
instrumental. La melodía vocal, al ser ejecutada por diferentes clases
de instrumentos, adquiere caracteres expresivos nuevos y puede llegar
a emocionarnos tanto como sabe hacerlo la voz humana; todo depende del
arte con que el compositor sepa realizar ese trasplante de lo vocal
a lo instrumental. El timbre del o de los instrumentos elegidos influye
notablemente en la calidad del resultado artístico final. A veces tal
o cual melodía parece haber sido concebida para un determinado instrumento,
hasta el punto de que si reemplazásemos este instrumento por otro, notaríamos
en seguida cómo aquella melodía se vuelve menos expresiva, menos capaz
de conmovernos.
Uno de los primeros compositores que supieron crear efectos
muy bellos y nuevos al tratar la canción instrumentalmente fue el clavecinista
italiano del siglo XVIII, Domenico Scarlatti. El clave, llamado también
clavecín o clavicémbalo, era junto con el clavicordio, el instrumento
de salón más difundido en Europa antes de que fuera inventado el piano
moderno. No obstante su teclado, semejante al del piano, el clavecín,
por su especial mecanismo interno, tiene una sonoridad muy diferente,
una sonoridad análoga o parecida a la de todos los instrumentos de cuerdas
pulsadas, tales como la guitarra, el arpa, el bandolín, etc. Para este
instrumento escribió Scarlatti varios centenares de piezas, muchas de
las cuales son obras maestras en su género. Una de ellas constituye
un curioso ejemplo de canción transplantada al clavecín, en una forma
maravillosamente estilizada. Es una pequeña sonata titulada Los adioses,
acaso porque Scarlatti se propuso describir en ella la romántica escena
de dos amantes que se despiden en la noche. Scarlatti vivió muchos años
en España, por lo que en su música se advierte a menudo la influencia
de los típicos cantares españoles. De qué manera tan primorosa ha sabido
el compositor evocar la poesía de estos cantares, valiéndose tan sólo
para ello de las desnudas notas de un clavecín, es lo que puede verse,
o mejor dicho, escucharse en ese lindo cuadrito musical del siglo XVIII.

Domenico Scarlatti, compositor italiano
(Nápoles, 1685 - Madrid, 1725)
Ejemplo musical propuesto por Plaza:
Sonata en mi mayor “Los adioses”, de Domenico
Scarlatti.
Ejemplo musical alternativo: [2]
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Sonata en mi mayor, K.380, de Domenico
Scarlatti.
Si todo esto puede obtenerse con un instrumento de tan pocos
recursos como es el clavecín, ¿qué no podrá lograrse con los medios
sonoros de que disponemos hoy? Para el compositor moderno, la canción
popular constituye filón que no se cansa él de explotar. En los géneros
más serios y elevados: la sinfonía, la música de cámara, la ópera...
ha venido la canción a introducir su nota triste o alegre, pero siempre
llena de ingenuidad y de frescura. Entre los muchos ejemplos que pueden
citarse, reveladores de la influencia y penetración de la canción en
la música instrumental, he escogido algunos que me han parecido más
sencillos y comprensibles. La canción popular con todos sus rasgos típicos,
es la que ha servido para la elaboración de esas diferentes piezas.
Empezaré por citar un trozo musical de un compositor francés de fines
del siglo XIX, Emmanuel Chabrier, autor de una célebre rapsodia para
orquesta titulada España. Compositor de un temperamento exuberante,
improvisador fogoso y lleno de humorismo, Chabrier nos ha dejado en
algunas de sus obras verdaderas pinturas musicales, ricas de color y
de brillante fantasía. La pieza suya a que me refiero es una Ronda
Campesina para orquesta [3]. La ronda es una canción de danza
o danzable. Su nombre proviene de la disposición de los danzarines,
quienes, tomándose de la mano, forman una cadena cerrada y danzan en
ronda, esto es, en círculo. Es una danza muy primitiva: la danza por
excelencia de los niños, como todos sabemos. La ronda es siempre vocal:
los que en ella toman parte son a la vez danzarines y cantantes.
La Ronda Campesina de Chabrier es, pues, una de estas
danzas populares —en este caso, popular francesa— adaptada a la orquesta
con mucha gracia y colorido. [3]

Emmanuel Chabrier, compositor francés
(Ambert, 1841 - París, 1894)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Ronda Campesina (Ronde Villageoise),
Nº 7 de la serie Diez Piezas Pintorescas, de Emmanuel Chabrier..
En otras ocasiones he aludido a la extraordinaria riqueza
del folklore musical ruso. En materia de música instrumental, inspirada
en dicho folklore, nos han dejado los grandes compositores rusos del
siglo XIX un repertorio excelente. De este repertorio voy a escoger
algo muy sencillo a la vez que muy fino: cuatro de las pequeñas canciones
rusas que adaptó admirablemente para orquesta el compositor Liadov,
a fines del siglo XIX. Conviene fijarse muy especialmente en la propiedad
y pulcritud con que ha sabido el compositor escoger los distintos instrumentos
que han de cantar estas pequeñas canciones. Hace poco hablaba de atmósfera
musical: en estos ejemplos la tenemos realizada de una manera finísima.
Las dos primeras canciones se titulan: la primera [4] Lamento o Canción triste ; la segunda [5], de carácter humorístico, lleva este pícaro título: Mi baile con el mosquito.

Anatol Liadov, compositor ruso
(San Petersburgo, 1855 - Novgorod, 1914)
Ejemplos musicales:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Canción triste, Nº 3, de las Ocho canciones
rusas de Anatol Liadov.
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Mi baile con el mosquito, Nº 4 de las Ocho
canciones rusas de Anatol Liadov.
A continuación las otras dos canciones de Liadov que completan
el grupo de las cuatro que mencioné, son:
una Danza o ronda [6], esta vez popular rusa
(así podrá notarse la diferencia de estilo entre ésta y la francesa
a que me referí hace poco) y una canción coral de aldeanos muy brillante
y alegre titulada Danza en ronda.[7]

Anatol Liadov, compositor ruso
(San Petersburgo, 1855 - Novgorod, 1914)
Ejemplos musicales:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Danza, Nº 7 de las Ocho canciones rusas de Anatol Liadov.
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Danza en ronda, Nº 8 de las Ocho canciones
rusas de Anatol Liadov.
La Ronda campesina de Chabrier y las cuatro Canciones
rusas de Liadov, no son más que una adaptación relativamente sencilla
de la canción, tal cual ella es originalmente, a la orquesta moderna.
Para terminar, quiero ahora presentar un ejemplo mucho más
interesante y de una calidad infinitamente superior. No se trata aquí
de una canción simplemente adaptada a la orquesta, sino de un maravilloso
cuadro o paisaje, evocado a través de la música, gracias, entre otras
cosas, a la oportuna introducción en él de un típico cantar popular.
Este suntuoso cuadro musical a que me refiero forma parte de una serie
de impresiones sinfónicas titulada Noches en los Jardines de España,
por el más grande de los compositores españoles contemporáneos, Manuel
de Falla. Esta impresión es la última de la serie y se titula "En los
jardines de la Sierra de Córdoba". En tan poético ambiente nocturno,
animado por el bullicio y gitanería de una zambra, se eleva de pronto
una voz: la voz de la saeta, del cante jondo andaluz, que lanza hacia
lo alto su grito
¿Cómo puede la voz de un piano reemplazar la de la cantaora
de una manera tan elocuente y tan natural, por decirlo así? He aquí
un nuevo ejemplo ese de los raros milagros que es capaz de realizar
el genio. Falla se propuso purificar musicalmente y ennoblecer el tradicional
cante jondo andaluz. Pocos han penetrado tan hondamente, como él, en
el alma de una raza.

Manuel de Falla, compositor español
(Cádiz, 1876 - Altagracia, Argentina, 1946)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
“En las Sierras de Córdoba”, tercer movimiento
de Noches en los jardines de España, de Manuel de Falla..
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
1.- "Lieder" es el plural de "Lied", un género de
canción alemana sobre el cual Plaza profundiza en sus lecciones 6 y
7. [Regresar]
2.- Domenico
Scarlatti compuso más de 550 sonatas en un solo movimiento para clavecín
que han sido catalogadas y clasificadas por tres musicólogos: Kirkpatrick
(que utiliza K. antes de su numeración) Longo (que utiliza una L. antes
de su numeración) y Pestelli (que utiliza una P. antes de su numeración).
El último y más completo de los catálogos es el de Kirkpatrick que numera
555 sonatas. De estas sonatas, 21 son en la tonalidad de Mi Mayor. En
su texto, Plaza propone la audición de la Sonata en mi mayor subtitulada
"Los Adioses", sin embargo no especifica ninguno de los números de catálogo
que se utilizan en la actualidad. Los diversos diccionarios, enciclopedias,
catálogos discográficos y catálogos musicológicos que pudimos consultar
no especifican los subtítulos de ninguna de las sonatas y centran su
clasificación en las numeraciones antes mencionadas, de manera que nos
ha sido imposible determinar cual de las 21 sonatas en Mi Mayor fue
la utilizada por Plaza. Sugerimos, sin embargo la audición de la Sonata
en Mi Mayor, K. 380 (L. 23 / P. 483) ya que a nuestro parecer se aproxima
a lo propuesto por Plaza. [Regresar]
3.- La Ronda Campesina a la que hace referencia Plaza es la Ronde
Villageoise, Nº 7 de la serie Diez Piezas Pintorescas para piano (1881). Plaza menciona una versión orquestal, sin embargo aquí se ofrece
la versión original para piano. [Regresar]
4.- Se
trata en realidad de la canción Nº 3 de la serie de Ocho Canciones
Rusas de Liadov. [Regresar]
5.- Se
trata en realidad de la canción Nº 4 de la serie de Ocho Canciones
Rusas de Liadov. [Regresar]
6.- Se
trata en realidad de la canción Nº 7 de la serie de Ocho Canciones
Rusas de Liadov. [Regresar]
7.- Se
trata en realidad de la canción Nº 8 de la serie de Ocho Canciones
Rusas de Liadov. [Regresar]
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |