XXX
El concierto. Vivaldi. Concierto para violín en mi mayor,
de J. S. Bach. Concierto en si bemol para fagote y orquesta,
de Mozart
Todo el mundo sabe lo que es un concierto. Un concierto,
se nos dirá, es un acto musical, un acto durante el cual se ejecutan
piezas musicales de diferentes estilos. Pero lo que muchos ignoran es
que la palabra concierto designa, lo mismo que la palabra sonata o sinfonía,
un género especial de composición. Lo que caracteriza
el concierto es que en esta forma musical intervienen siempre uno o
varios ejecutantes solistas, llamados propiamente concertistas, acompañados
por un conjunto orquestal. Cuando el solista o los solistas son, por
ejemplo, uno o dos violines, se dice entonces que es un concierto para
uno o dos violines, pero si el número de solistas sobrepasa este
número, el concierto se denomina, en este caso, concerto grosso,
denominación italiana que no admite traducción corrientemente.
Si en esta misma forma de composición el solista no es acompañado
por la orquesta, sino por el piano, entonces la obra no se denomina
concierto sino sonata; sonata, por ejemplo, para violín y piano,
o para violoncelo y piano, etc.
Todo concierto consta generalmente de tres partes: un allegro
inicial, un adagio central y un final de movimiento más o menos
vivo. Esta división la hallamos establecida desde los orígenes
de este género, los cuales se remontan al siglo XVII en Italia.
Hasta mediados del siglo XVIII, el concierto grosso fue el más
cultivado por los compositores, principalmente por el genial Arcangelo
Corelli, fundador de la escuela romana del violín, y por Antonio
Vivaldi, a quien sus contemporáneos llamaban il prete rosso,
el cura rojo, por el especial color de fuego que tenían sus cabellos.
De este último compositor podemos escuchar su Concerto grosso
en Re menor, uno de los más hermosos que escribió.
Se notará el interesante contraste que sabe obtener Vivaldi de
la contraposición de la masa de la orquesta con el grupo de solistas
que forman lo que se llama el piccolo o concertino. Este concierto es
exclusivamente para orquesta de arcos.

Antonio Vivaldi, violinista y compositor italiano
(Venecia, 1680 - Viena, 1743)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Concerto grosso en Re menor, de Antonio
Vivaldi.
Con Johann Sebastian Bach el concierto para un instrumento
solista y orquesta, adquiere espléndido desarrollo. Su Concierto
para violín en Mi mayor está considerado como una
de las obras maestras del género. Oigamos el primer movimiento
allegro, cuyo tema inicial, de expresión muy enérgica,
es expuesto por la orquesta. Entra luego el solista, alternando constantemente
en forma dialogada con la orquesta.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Primer movimiento del Concierto para violín
en Mi mayor, BWV 1042, de Johann Sebastian Bach.
Profundamente expresivo, de expresión muy noble y
sostenida, es el adagio o segundo movimiento. Es uno de esos típicos
adagios de Bach, en los cuales el místico cantor de Leipzig parece
entregado a la más honda meditación. Después del
ritmo viril y afirmativo del primer movimiento, esta música íntima,
de ritmo pausado, que nos ofrece el adagio, cambia por completo nuestro
estado de ánimo, produciendo así un efecto maravilloso.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Segundo movimiento
del Concierto para violín en Mi mayor, BWV 1042, de Johann
Sebastian Bach.
El allegro final es un movimiento muy breve. Podemos considerarlo como
una jubilosa conclusión, un cordial adiós que nos dirige
Bach, después de habernos ofrecido un fruto tan exquisito de
su inagotable inspiración.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Tercer movimiento del Concierto para violín
en Mi mayor, BWV 1042, de Johann Sebastian Bach.
El Concierto para fagote y orquesta en Si bemol,
de Mozart, es una composición bastante rara, en el sentido de
que el fagote no es instrumento que suele figurar como solista en los
conciertos. El piano y el violín son los instrumentos que han
monopolizado casi toda la producción de esta índole. El
repertorio de conciertos para estos dos instrumentos es muy extenso,
y puede decirse que aumenta cada día. No cabe duda de que el
honor que a tales instrumentos se les hace, es un honor muy merecido,
ya que tanto el piano como el violín y debiéramos
agregar el violoncelo disponen de recursos expresivos mucho más
variados e intensos que el resto de los instrumentos musicales inventados
por el hombre. Además, cuando, frente a una masa orquestal, desempeñan
el piano o el violín la función de solistas, notamos en
seguida cómo logran éstos destacarse potentemente y lo
bien que se funden sus sonoridades en el conjunto.
Ahora bien, ello no quiere decir que un concierto para otro
instrumento que no sea piano o violín, carezca de interés
o de belleza. Numerosos ejemplos prueban lo contrario, y tal es, precisamente,
el caso del Concierto para fagote, de Mozart. No hay instrumento
que no tenga su personalidad. Descubrir el carácter propio de
cada instrumento, estudiarlo bien para luego sacarle partido artístico
a esa su inconfundible personalidad, es la primera virtud que debe poseer
todo compositor que se dedique a escribir música instrumental.
El grado de maestría que han logrado en este sentido los compositores
modernos es uno de los mayores atractivos que ofrece la música
de estos últimos tiempos.
Por lo que se refiere al fagote, puede decirse que ya desde
el siglo XVIII, algunos compositores habían descubierto las distintas
características de este curioso instrumento de viento, hasta
el punto de que Mozart no tuvo reparo en considerarlo digno de figurar
como solista en un concierto. Muchas veces se ha dicho que el fagote
es el payaso de la orquesta. Y es cierto que ningún otro instrumento
se presta con tanta gracia para expresar todo aquello que sea de carácter
grotesco o humorístico. Pero también es verdad que no
es esa su única especialidad, pues muy a menudo los compositores
se valen del timbre un tanto elegíaco del fagote, para expresar
sentimientos de nostalgia, de resignación, de doloroso abandono.
En el citado concierto de Mozart podrá apreciarse
maravillosamente lo bien que ha sabido el compositor poner de relieve
todas esas características, todas esas posibilidades expresivas,
así como la gran variedad de matices sonoros que ofrece el fagote.
Dicho concierto, compuesto en Salzburgo en el año
1774, consta de tres partes o movimientos. El primero de ellos es un
allegro. Como es de rigor en casi todos los conciertos de tipo clásico,
la orquesta sola comienza exponiendo los temas fundamentales que han
de servir para la elaboración de toda esa primera parte. Terminada
dicha exposición, hace su entrada el fagote, en calidad de solista.
La orquesta entonces se limita por el momento a acompañarlo.
Se diría que todos los instrumentos desean conocer lo que este
extraño personaje ha venido a contarles. Semejante actitud, que
pudiéramos decir pasiva, de la orquesta, no dura mucho, sin embargo;
pronto se establece un interesante diálogo y así, unas
veces oyendo y otras conversando, comentando y hasta discutiendo, llega
el momento crítico para el solista, el pasaje que los músicos
denominan la cadencia. Todos los instrumentos resuelven callarse a fin
de que el solista, ese presuntuoso instrumento que ha venido a imponer
su voluntad, haga como un resumen de toda su argumentación. Naturalmente,
siempre triunfa este buen señor. La orquesta aprueba tan brillante
peroración y todo concluye así de la manera más
satisfactoria y cordial.

Wolfgang Amadeus Mozart, compositor austríaco
(Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Primer movimiento del Concierto en Si bemol para
fagote y orquesta, K. 191, de Wolfgang Amadeus Mozart.
El segundo movimiento, en Fa, es un andante ma adagio, esto es, un movimiento
bastante lento. El fagote se nos presenta aquí con otra cara.
Se ha vuelto algo soñador. A decir verdad, es Mozart quien se
ha vuelto poeta. Ha hallado en ciertos registros del fagote una virtud
expresiva muy particular, la que ha sabido aprovechar para cantar emociones
más íntimas. El efecto expresivo de este segundo movimiento
es muy intenso. Una perfecta armonía logra aquí el compositor
entre los distintos timbres de la orquesta y el timbre, esta vez patético,
del fagote. Lo mismo que en el primer movimiento, el solista, ya para
concluir, resume en una cadencia, las frases más resaltantes
de su expresivo canto.

Wolfgang Amadeus Mozart, compositor austríaco
(Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Segundo movimiento del Concierto en Si bemol para
fagote y orquesta, K. 191, de Wolfgang Amadeus Mozart.
Rondó-Tempo di minuetto, tal es la indicación
que lleva el tercero y último movimiento de este concierto. Es
un movimiento bastante breve y ofrece la particularidad de que en él
ha sabido Mozart mezclar, con mucha elegancia, la forma del rondó
con el típico ritmo del minuet. El tema de este alegre rondó
no viene a ser, en efecto, sino un auténtico minuet con sus dos
partes características. La orquesta sola expone íntegramente
este tema, cuyo ulterior desarrollo, tratado en forma de rondó,
lo realiza el fagote, dialogando incesantemente con todos y cada uno
de los instrumentos de la orquesta. Es un diálogo lleno de vivacidad,
de gracia, de ligereza. La cadencia del solista, que aquí también
la hay, la ha dejado Mozart al capricho del ejecutante. Este puede improvisar,
en ese momento, lo que se le antoje, siempre, naturalmente, que no se
le antoje algún pasaje que no guarde relación alguna con
el estilo del conjunto. Comoquiera que sea, es el buen humor lo que
prevalece al final de la obra y es esta impresión la que ha querido
Mozart dejar en nuestro ánimo, después de haberle impuesto
al fagote la obligación de declarar públicamente todos
sus secretos. El clown de la orquesta ha terminado riéndose,
como era natural.

Wolfgang Amadeus Mozart, compositor austríaco
(Salzburgo, 1756 - Viena, 1791)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Tercer movimiento del Concierto en Si bemol para
fagote y orquesta, K. 191, de Wolfgang Amadeus Mozart.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |