XIII
La audición frecuente de unas mismas
obras desarrolla el sentido de la
apreciación musical.
La Suite Arlesiana de Bizet
Nadie ignora que toda pieza de música ha de ser oída dos
o más veces para que llegue a gustarnos plenamente. Hay músicas que
se nos pegan al oído con más facilidad que otras y, realmente, no llegamos
a extraer de una obra todo el contenido emotivo que encierra, sino cuando,
tras varias audiciones, llega ésta a ser para nosotros algo así como
un ser muy familiar, muy íntimo. Yo creo que todo el secreto de la educación
del gusto por la buena música, el secreto para llegar a convertirse
en una persona de sensibilidad musical bien despierta, reside casi exclusivamente
en procurar oír con atención y metódicamente varias veces, toda una
serie de obras musicales artísticas, cuidadosamente seleccionadas.
He observado frecuentemente cómo algunas personas que decían
no interesarse en absoluto por esa música más o menos seria que la gente
suele denominar corrientemente "música clásica", han terminado por descubrir
a la larga, que esa música sí podía deleitarles a ellas también, cosa
que, como he dicho, no sospechaban siquiera que pudiera algún día ocurrirles.
Y es que estas personas, por circunstancias especiales, se han visto
en el caso de oír frecuentemente música de esa que decían no comprender.
Por esta o aquella razón, de buena o de mala gana, tuvieron que oír
tales músicas y el resultado fue que terminaron por descubrirse a si
mismas. Es seguro que casi toda persona en circunstancias favorables,
puede llegar a descubrir dentro de sí, muchas más aptitudes, muchas
más capacidades de las que ordinariamente cree tener.
Como ejemplo de lo que digo, he elegido en esta ocasión
la Suite Arlesiana N° 1, de Bizet, por ser una de las obras más
populares del repertorio sinfónico y una de las que con mayor frecuencia
suelen escucharse. Quienes no la hayan oído nunca —lo cual sería bastante
raro— harían bien en oírla con atención una primera vez para luego volver
a oírla, después de algunos días. Se verá así cómo cada audición aumenta
el agrado que produce esta suite y lo fácil que resulta familiarizarse
con ella.
Y ahora, algunos comentarios muy sucintos sobre la música.
La primera Suite Arlesiana, de Bizet, célebre compositor francés
del siglo XIX, está formada por un conjunto de cuatro piezas independientes,
cuyos títulos son: “Obertura”, “Minuet”, “Adagietto” y “Carillón”. Originalmente
estos cuatros números, junto con muchos otros, fueron compuestos por
Bizet para servir de fondo musical a la representación escénica de un
drama del escritor francés Alfonso Daudet, titulado: La Arlesiana,
drama que fue estrenado bajo esa forma, en París, en 1872. La música
para esta clase de representaciones dramáticas, en las cuales los personajes
no cantan como en la ópera, sino que declaman como en los dramas corrientes,
suelen llamarla los franceses música de escena. El compositor en estos
casos se limita a hacer lo que hizo Bizet en La Arlesiana, esto
es, a componer una obertura, un final, algunos intermedios musicales,
algunos coros y pequeños fragmentos de música muy suave, que sean como
un fondo sonoro de acompañamiento, más o menos adecuados a la recitación
de tales o cuales pasajes del drama.
De los veintisiete números musicales de que consta la partitura
original de La Arlesiana, extrajo Bizet los más importantes y
con ellos elaboró una suite, o sea una serie de cuatro piezas que, ejecutadas
en determinado orden forman un conjunto homogéneo, muy agradable de
oír. Esta es la suite conocida con el nombre de Suite Arlesiana N°
1. Más tarde el profesor Guiraud, de otros cuatro números de la
misma partitura, extrajo una nueva suite, que es la que lleva el nombre
de Suite Arlesiana N° 2.
El drama de Daudet que inspiró al compositor se desarrolla
en una región muy pintoresca del sur de Francia, llamada la Provenza.
Allí se encuentra la ciudad de Arles, de cuyo nombre deriva el de La
Arlesiana que lleva el referido drama. Para que la música tuviese
un poco de color local, Bizet, empleó en su obra algunos aires populares
—muy pocos en realidad— provenientes de aquella región, una de las más
hermosas y alegres de Francia. Bizet, que al decir de su amigo Saint-Saëns,
era “la juventud, el vigor, la alegría y el buen humor personificados”,
halló, pues, esta vez, una ocasión propicia de componer bastantes trozos
musicales de un estilo cónsono con su temperamento. La claridad de esta
música, la sencillez de su forma, la elegancia de su instrumentación
son admirables.
Oigamos en primer lugar la “Obertura”, la cual consta de
dos partes: la primera está construida sobre un tema proveniente de
una marcha popular provenzal, llamada “Marcha de los Reyes”. La segunda
parte, de movimiento lento, empieza con una expresiva melodía ejecutada
por un saxófono, instrumento muy poco usado en la orquesta sinfónica
corriente, pero que Bizet supo emplear con muy buenos efectos. Después
de esta melodía, la obertura termina con un canto de opresión más bien
dolorosa, ejecutado por los violines, canto que recuerda a veces ciertos
pasajes de la célebre ópera Carmen, del mismo compositor Bizet.

Georges Bizet, compositor francés
(París, 1838 - Bougival, 1875)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
“Obertura” de la Suite Arlesiana N° 1,
de George Bizet.
El trozo que sigue es un breve minuet de estilo bastante
sencillo, casi popular, de un estilo, en todo caso, muy diferente al
de los elegantes minuets de ciertos compositores clásicos alemanes,
tales como Haydn o Mozart. Es de notarse particularmente aquí, la manera
tan fina como está instrumentado este trozo.

Georges Bizet, compositor francés
(París, 1838 - Bougival, 1875)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
“Minuet” de la Suite Arlesiana N° 1, de
George Bizet.
Sigue ahora un delicado adagio, al cual, por ser tan breve,
se le ha dado el nombre de “Adagietto”. Es una melodía sumamente sencilla
y expresiva, ejecutada tan sólo por los instrumentos de cuerda.

Georges Bizet, compositor francés
(París, 1838 - Bougival, 1875)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
“Adagietto” de la Suite Arlesiana N° 1,
de George Bizet.
El cuarto y último número es el “Carillón”. Muy populares
fueron en otro tiempo los carillones, sobre todo aquellos que se usaban
en los campanarios de las iglesias, tal como el que oímos en nuestra
torre de la Catedral de Caracas a cada cuarto de hora. Estos carillones
constan de una serie de campanas de diversos tamaños, con las cuales
pueden ejecutarse pequeñas melodías. Es característico de tales instrumentos
el repetir siempre infatigablemente las mismas notas en un mismo orden.
Así sucede con el carillón que vamos a oír en esta pieza de Bizet, el
cual sólo da tres notas: sol, mi, fa; sol, mi, fa; sol, mi, fa;... y
así indefinidamente. Sobre estas tres simples notas ha compuesto Bizet
una graciosa pieza musical, ingenua y a la vez llena de fantasía. Para
destruir la monotonía de un ritmo tan insistente, el compositor ha introducido
en la parte central un pequeño trozo de carácter diferente, tras el
cual vuelven a escucharse las rítmicas campanadas del carillón.

Georges Bizet, compositor francés
(París, 1838 - Bougival, 1875)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
“Carillón” de la Suite Arlesiana N° 1,
de George Bizet.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |