XXXII
La fuga. J. S. Bach. Haëndel
Continuaremos tratando acerca de la música instrumental
en la época de Johann Sebastian Bach. Las personas que tienen
afición por la buena música y que asisten con frecuencia
a los conciertos y recitales en los que se ejecuta música clásica,
están acostumbrados a ver figurar el nombre de Bach en los programas.
Conocen, por lo tanto, cierto número de obras de este gran compositor
del siglo XVIII y están familiarizadas con su estilo tan personal.
Pero el nombre de Bach es relativamente poco conocido de la generalidad
del público que sólo se preocupa por escuchar música
ligera y de segunda categoría. Cuando alguna de estas personas
oye una composición de Bach, declara casi siempre que no entiende
esa música, que le parece demasiado complicada, que es música
para oyentes muy refinados, y demás cosas por el estilo. Es cierto
que hay grandes obras maestras, cuya belleza no puede el vulgo captar
fácilmente. Se requiere para ello cierta preparación,
cierto adiestramiento. El sentido auditivo, cuando no ha sido convenientemente
educado, llega a volverse tan insensible y perezoso, que sólo
le presta atención a lo ordinario, a lo común, a toda
esa música más o menos insignificante que nos llega de
todas partes y, en todo momento del día y de la noche. Un oído
habituado a semejante rutina, mal puede gustar las sutilezas de una
música creada por artistas de la talla de Bach o de Beethoven.
A todos, en mayor o menor grado, nos toca hacer un esfuerzo por comprender
el mensaje de tales genios. No basta la simple buena voluntad; se requiere
el esfuerzo, el esfuerzo de atención concentrada y sostenida
en la audición de la obra que deseamos llegar a comprender y
a gustar plenamente.
Decimos esto nuevamente, porque la clase de música
que vamos a comentar es justamente una de las que más atención
requiere por parte del oyente. Nos referimos a las fugas de Johann Sebastian
Bach.
No queremos detenernos dando explicaciones detalladas sobre
lo que es una fuga musical. Tales explicaciones nos parecen, por lo
demás, inoportunas en esta clase de disertaciones, ya que sería
muy difícil dar a comprender sin ayuda de tecnicismo alguno,
lo que es este género de composición, cuál es su
estructura musical, cómo se desarrolla, etc. Todo lo más
que cabe decir es que, al escuchar una fuga, debemos multiplicar nuestra
capacidad auditiva. La mayor parte de las composiciones que escuchamos
corrientemente, se graban con relativa facilidad en nuestra memoria,
debido a que en dichas composiciones prevalece un canto, una melodía,
que es la que ocupa el primer plano de nuestra atención. Los
instrumentos que no ejecutan esta melodía se limitan a acompañarla
en una forma generalmente sencilla. Pudiera ser este acompañamiento
más o menos rico, más o menos trabajado, pero lo esencial
en este tipo de música, sigue siendo la melodía, el canto
principal. Pero en el caso de las fugas y demás composiciones
del género llamado polifónico, nos encontramos con que,
en lugar de una melodía predominante, son dos, tres o cuatro
las que tienden a destacarse constantemente y casi al mismo tiempo.
No existe, en realidad, un canto con acompañamiento, puesto que
cada instrumento o cada voz ejecuta su propia melodía, independientemente,
viniendo así a resultar un conjunto polifónico en el cual
todas las partes se acompañan mutuamente. Para que pueda comprenderse
mejor la diferencia que existe entre estas dos categorías de
música, diremos que el caso de la melodía individual simplemente
acompañada, es como el de un cuadro que representase en primer
plano a un orador en lo alto de su tribuna y a lo lejos, como fondo,
la multitud de los oyentes. Al contemplar este cuadro, la mirada va
directamente a la figura central, al orador; todo el resto es secundario,
es acompañamiento. El caso de una fuga o de una composición
de estilo polifónico pudiéramos asimilarlo al de otro
cuadro que representara cuatro personajes situados en torno de una mesa
y discutiendo, ante un mapa, algún grave problema de estrategia.
Son, por ejemplo, cuatro generales. El uno señala con el índice
cierto punto del mapa; otro contempla atentamente cierta línea
fronteriza, mientras los otros dos discuten acaloradamente el curso
de las operaciones que deben seguirse. ¿Quién predomina
en este conjunto? Pues todos y ninguno. Predominará sencillamente
aquel personaje sobre quien recaerá nuestra atención en
un momento dado. Un cuadro así puede, pues, darnos una idea bastante
aproximada de lo que es el contrapunto, la música polifónica.
En esta música, podemos seguir la melodía de una de las
partes, aislarla momentáneamente, pero, si queremos apreciar
el conjunto en todo su valor, habremos de estar constantemente atendiendo
a los distintos temas y aspectos del melodioso coloquio. Hecha esta
breve y sencilla explicación, pasemos ahora a escuchar algunas
fugas de Juan Sebastian Bach. Las dos primeras que sugerimos oír
pertenecen a la célebre colección de preludios y fugas
titulado El clave bien temperado. El Preludio y fuga N°
2 es una de las composiciones más breves y comprensibles
de esta célebre colección de piezas para piano, verdadera
obra maestra de Johann Sebastian Bach. A la terminación del preludio,
el cual es muy movido, muy ágil, el comienzo de la fuga se reconoce
fácilmente, pues aquí, como en toda fuga, el tema melódico
es iniciado por una sola parte o voz y luego, sucesivamente, van entrando
las demás partes y se va intensificando el diálogo o la
discusión entre ellas, progresivamente hasta llegar al final.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Preludio y fuga N° 2, de El
clave bien temperado, de Johann Sebastian Bach.
Es increíble el interés musical que logró
comunicarle Bach a un género de composición tan severo
y escolástico como es la fuga. Puede decirse que casi nadie ha
sabido como Bach escribir fugas tan musicales, tan artísticas
en todos sentidos. Una de las cosas que más sorprende en este
genial compositor es la riqueza de su inspiración. Su fecundidad
es realmente inagotable. Qué diferencia tan grande, por ejemplo,
entre la obra que acabamos de escuchar y el Preludio y fuga N°
3, que le sigue inmediatamente en la referida colección de El clave bien temperado. Se nota la deliciosa alegría
pastoril que caracteriza el preludio y el tema melódico tan fresco
e ingenuo de la fuga que le sigue.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Preludio y fuga N° 3, de El
clave bien temperado, de Johann Sebastian Bach.
Bach fue particularmente grande como organista. Entre todas
las obras que integran su vasto repertorio de música instrumental,
las composiciones para órgano de Bach representan una de las
cumbres más altas de toda la producción musical. Cuando
Bach trata la fuga para órgano, desarrolla este género
de composición con una grandiosidad y una riqueza de pensamientos
extraordinarias. La fuga se convierte entonces en un poema lleno de
vitalidad y de color. A continuación podemos escuchar la más
célebre de todas las fugas de Bach para órgano: la Toccata
y fuga en Re menor. La espléndida pieza de introducción,
por su estilo y el carácter de improvisación que tiene,
es una verdadera tocata, muy distinta de los sencillos preludios que
hemos oído hasta ahora como introducción a las fugas de El clave bien temperado. Su duración es relativamente
breve en comparación a la de la fuga que le sigue. Esta es, como
decíamos, un admirable poema musical, desarrollado con una libertad
y una fantasía realmente sorprendentes.

Johann Sebastian Bach, compositor alemán
(Eisenach, 1685 - Leipzig, 1750)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Toccata y fuga en Re menor, de Johann Sebastian
Bach.
Para concluir, diremos que Bach tuvo en la persona de su
ilustre contemporáneo George Friedrich Haendel, un rival muy
respetable. El autor de los más grandiosos oratorios del siglo
XVIII supo también manejar soberbiamente la fuga. En prueba de
ello comentaremos como último ejemplo musical, el movimiento
final del Concierto para orquesta y órgano en Re, de Haendel.
Este movimiento es una hermosísima fuga, de una fogosidad y de
un ímpetu avasalladores. Nótese hacia el final, la majestuosa
aparición del órgano, del órgano pleno, con el
despliegue de todas sus potentes sonoridades. La audición de
esta fuga, así como la de las anteriores de Bach, pondrán
de manifiesto el hecho bien sabido de que, para el artista de genio,
no existen trabas ni procedimientos que impidan la creación de
la obra de arte. Nada es tan rígido y escolástico como
la construcción de una fuga y, sin embargo, pocas obras sobrepasan
en belleza a las composiciones las fugas a que nos hemos
referido. Esperamos que dicha audición nos servirá para
demostrar la falsedad de una humorística definición de
la fuga en la que se dice que es una composición en la
que las voces, a medida que una a una van entrando, los oyentes, uno
a uno, ¡van saliendo!.

George Friedrich Haendel, compositor alemán
(Halle, 1685 - Londres, 1759)
Ejemplo musical:
(audio
disponible solo en la versión en CDROM)
Concierto para orquesta y órgano en Re,
George Friedrich Haendel.
Notas
del Editor
Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este
trabajo no están indicadas en los originales.
Al utilizar parte de este material se agradece citar la
siguiente fuente:
Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos.
Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista
Plaza, Caracas, 2004 |