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El Lenguaje de la Música
(Lecciones populares sobre música)

Juan Bautista Plaza

XXIII
El movimiento lento de la sinfonía
y en la suite modernas

Es evidente que la época romántica y revolucionaria durante la cual vivió Beethoven influyó poderosamente en el carácter de su inspiración. Todas sus obras están impregnadas de un espíritu nuevo, cuya influencia sobre los músicos posteriores fue enorme. Salvo raras excepciones, los compositores del siglo XIX ya no siguen componiendo sinfonías de estilo clásico. La música descriptiva o evocativa, la música de carácter pintoresco es la que mayormente se cultiva en casi todos los países. Como consecuencia de ello, surgen nuevas formas de composición entre otras, un nuevo tipo de suite basada, no en los antiguos aires de danzas, sino en otra clase de música, de libre estructura y mucho más cónsona con los gustos de la época. En esta suite moderna, encontramos a menudo piezas de movimiento lento que no tienen nada que ver con los aires de danzas. Son piezas que, en cierto modo, vienen a desempeñar, en tales suites, un papel análogo al que desempeñan los adagios en las sinfonías clásicas. Pero, antes de hablar de estas que pudiéramos llamar las últimas transformaciones del adagio de sinfonía o de sonata, conviene que nos detengamos una vez más en la obra de Beethoven; ya que es en ella donde hay que buscar el origen de tan radicales transformaciones.

En uno de los conciertos para piano, de Beethoven, el que lleva el N° 4, hallamos un movimiento lento que es una página musical de una novedad y de una elocuencia realmente extraordinarias. Dicho movimiento, bastante corto, se titula “Andante con moto”, esto es, andante algo movido. Su estructura no se parece a la de ingún otro movimiento similar, pues la intención que ha tenido aquí el compositor ha sido la de traducir, en forma de diálogo instrumental, la dramática lucha entre dos principios opuestos o dos sentimientos contrarios. Un reputado comentarista del gran compositor, refiriéndose a este andante, lo describe así: “Los bajos atacan un tema rudo, duramente ritmado, el cual afirma con violentas sacudidas una voluntad brutal; tímido y como temeroso, débil, aislado, el piano contesta con una dolorida súplica: y el diálogo continúa entre la obstinación inflexible de la orquesta y la voz suplicante del piano. Poco a poco el principio violento cede y se apacigua, a medida que las súplicas del piano se hacen más insistentes, y entonces el tema inicial, rudo y áspero, se fragmenta, se debilita, y pronto deja la palabra al solo, cuya voz, desde ahora victoriosa, se extiende en una frase amplia y serena, la cual —después de un lejano y sordo retumbar, en donde expira el eco de las cóleras vencidas— termina sobre un acorde de ensueño”.[1]


Ludwig van Beethoven, compositor alemán
(Bonn, 1770 - Viena, 1827)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Andante con moto del Concierto para piano y orquesta N° 4, en Sol mayor, opus 58, de Ludwig van Beethoven.

Esta dramatización de la música instrumental es, como hemos dicho en otras ocasiones, uno de los rasgos más característicos que ofrece el desarrollo de este arte en la época moderna. La creación de formas musicales nuevas ha sido, pues, necesaria, ya que las antiguas mal se prestaban a este proceso de dramatización, fruto del espíritu y de las inclinaciones románticas del siglo XIX. Entre estas formas nuevas de composición, se destaca por su importancia la que lleva el nombre de poema sinfónico. De este interesante género musical hablaremos detenidamente en su oportunidad. Por ahora seguiremos tratando del adagio o, mejor dicho, de aquellos movimientos más o menos lentos que derivan de él y los cuales han entrado a formar parte de la suite moderna.

La suite antigua, la suite clásica, se presenta casi siempre como una simple sucesión de diferentes tipos de aires de danzas. En dicha suite, el contraste entre movimientos rápidos y movimientos lentos, se obtenía alternando aires de danzas de ritmo alegre, con aires de danzas ceremoniosas y de movimiento pausado. Entre estas últimas sobresalían la pavana y la zarabanda. Esta manera de concebir la suite ha sido casi por completo desechada por los compositores modernos. Para éstos, una suite es fundamentalmente una serie de piezas de distinto carácter. La estructura de estas piezas no tiene importancia; a este respecto reina la mayor libertad. Lo esencial es que siempre se mantenga cierta unidad de estilo y que haya interesantes contrastes rítmicos y expresivos entre unos y otros movimientos. Tomemos, por ejemplo, la célebre Suite Bergamasque para piano, de Claudio Debussy. Los cuatro movimientos de que consta esta obra llevan los títulos siguientes: “Preludio”, “Minuet”, “Claro de luna” y “Passepied”. La simple enunciación de dichos títulos nos indica la variedad que existe en el carácter expresivo de cada uno de los movimientos que a ellos corresponden. Vamos a oír uno de éstos, el precioso “Claro de luna”, por ser el que en esta suite equivale al movimiento lento de la sinfonía clásica o el que en cierto modo viene a reemplazar a la zarabanda de la antigua suite. La delicadeza y el suave romanticismo de este “Claro de luna” es algo completamente nuevo dentro de la suite. Esta llega así a convertirse, por obra de Debussy, en un género musical impregnado de exquisita poesía.


Claude Debussy, compositor francés
(Saint-Germain-En-Laye, 1862 - París, 1918)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
“Clair de lune” de la Suite Bergamasque, de Claude Debussy.

Hace poco hicimos notar el carácter dramático de aquel diálogo entablado entre el piano y la orquesta, en el andante con moto del Concierto N° 4, de Beethoven. Un contraste semejante es el que ha presidido la elaboración de la estupenda suite sinfónica Scheherezada, del compositor ruso Rimsky-Korsakov, de fines del siglo XIX. También esta vez se trata de la oposición de dos temas fundamentales: el de Schariar, el feroz sultán que asesinaba a todas sus mujeres al día siguiente de la boda y el de la hábil Scheherezada, quien supo, con sus mil y un cuentos, mantener vivo el interés del temible esposo durante otras tantas noches. Cada uno de los movimientos de que se compone esta suite —y son cuatro— evoca musicalmente la narración de uno de esos encantadores cuentos orientales de Las mil y una noches; pero a la vez, en cada uno de dichos movimientos están simbolizadas, por medio de sendos temas musicales que forman un gran contraste entre sí, las figuras tan opuestas del sultán y de Scheherezada. Al final, como en el andante de Beethoven, termina, venciendo el principio o elemento femenino, esto es, el dulce e insinuante tema de la sultana triunfadora. El tercer número viene a ser el movimiento de tipo lento de esta suite. Evoca el cuento del joven príncipe y de la joven princesa. Los violines inician una sentida canción amorosa, a la cual le sigue un gracioso aire de danza oriental; acaso la joven princesa le ha ordenado a sus esclavas danzar en honor del joven príncipe. El importante solo de violín que sigue luego no es más que el tema de Scheherezada, el cual aparece esta vez muy amplificado. El trozo concluye con la reaparición de la melodía inicial del cuento de los jóvenes príncipes.


Nicolai Rimski-Korsakov, compositor ruso
(Tichvin, 1844 - Lyubens, 1908)

Ejemplo musical:
(audio disponible solo en la versión en CDROM)
Tercer movimiento de Scheherezade, de Nikolai Rimsky-Korsakov.

 

Notas del Editor

Las fuentes de las diferentes citas que aparecen en este trabajo no están indicadas en los originales.

1.- Chantavoine: Beethoven, traducción española, pág. 154. [Regresar]

 

Al utilizar parte de este material se agradece citar la siguiente fuente:

Plaza, Juan Bautista: Escritos Completos. Compilador y editor Felipe Sangiorgi. CDROM. Fundación Juan Bautista Plaza, Caracas, 2004

 
 
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